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Intérpretes del término, “Cultura”

A todos causó asombro en aquella reunión las palabras de la administrativa que la presidía: “Ustedes los  trabajadores de la cultura  son  parásitos de la sociedad”.

En ocasiones  nos  turbamos  ante  determinados  conceptos  que  esgrimen las  personas  en  un intento por  crear  la  filosofía  de los “nuevos tiempos”, esa  que  no perdona  a los dudosos  en las cuestiones del  capital   financiero y que, en pos de supuestos preceptos austeros, degüella la espiritualidad en el altar de las  cuestiones  “objetivas”.

Un pensamiento de  esa  naturaleza,  en el lapso  que  vive  nuestra  Patria, más que  forma  fría, insípida  y  superficial;  es una contribución teórica y práctica de inestimable valor para los  que  pretenden, dentro y  fuera del país, desnaturalizar, desvirtuar  y  desbancar    la  obra  por  la  que lucharon y murieron  tantos  cubanos.

No se trata de  consignas  y  palabras de barricada;   sino de  hacer  defensa  de  nuestra  cubanía,  mezcla  de  negro, chino y  español,   la misma por  la  que,  cientos  de  hombres  que  hoy  viven, piensan, aman  y  crean en nuestra  asediada tierra,  han rechazado  el canto de los dólares  del enemigo  para  exaltar, por medio de la creación artística,  la  identidad  propia y la de sus vástagos; esa que tenemos que preservar por todas las vías y con todos los medios a nuestro alcance,  y para la cual, cualquier recurso empleado no es un gasto, sino una inversión. 

Podría  existir  consuelo  o  justificación  de  tales pifias si  viniesen de individuos  que,  por  diversos avatares de la  vida,  no  son constitutivos  de  daños mayores, pero es preocupante  en grado sumo cuando  las comenten   personas con responsabilidades, formadas, entre muchas bondades,  por  la obra CULTURAL (en  mayúsculas) de la Revolución.

¿Cuántos  desearían en el  mundo  acceder  a las  bondades  de  un sistema  que  hizo  realidad la  frase martiana, “Ser cultos es  el único modo de ser  libres”?  Para nadie es un secreto que los  cubanos no  solo  fuimos libres por  la  fuerza de las  armas en la  lucha  necesaria;  sino también  por la  fuerza de las  ideas  que  hemos  cultivado  en  décadas  de  esfuerzos  y  sacrificios, las mismas que defiende la cultura, Escudo y Espada de la Nación.

¿Es  una  cuestión  de  interpretación de  la  realidad  objetiva?  Sin dudas lo es, solo que sería fatal que esa mala hierba prenda.

Se puede agregar, a modo de conclusión,  que no se   es  consecuente  con  los verdaderos  resortes morales de nuestras  vidas  cuando se ve  a la cultura  como un fardo  y no  como  una  lanza de combate. Afortunadamente, son  muy  pocos los  que  hoy  han descendido a la  categoría  de  dinosaurios  para pensar  así. ¿No le parece?

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