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Mantua Visión

Chiva, escrita con B.

Chiva, escrita con B.

En esos laberintos de Facebook- red de amigos e ideas casi siempre respetadas, pese a las nutridas diferencias- un joven cubano residente fuera de la isla me dejó un mensaje: tú eres un Chiba. Si, chiba con b y no con v, que es como cualquier pequeño escribiría el sustantivo que designa a un animal tan común como versátil.
A juzgar por las fotografías de su perfil, se trata de alguien que no rebasa los veinticinco años de edad, mediana estatura, grueso y dueño de una expresión que encierra rabia, desprecio, y detrás- claro está- como si fuera tan fácil ocultarla- la inseguridad de quien anda a tientas en un mundo que le pasa y le deja a orillas del camino, de apenas comprenderlo.
Nadie podría conjeturar la causa de tan nefastos sentimientos en una persona que tiene una vida por delante, donde haya decidido, probar suerte, aunque sería interesante psicoanalizar su personalidad con tal de descubrir los resortes de tanto miedo, para poder sanarlo.
Comunistón, mediocre y una docena de obscenidades tachonadas de errores ortográficos; y amenazas- al perecer, de muerte- se unieron a la, chiba (con b) de aquel que, líneas adelante, se declarara admirador del capitalismo y defensor de doctrinas que ni siquiera comprende. Al parecer, mi perfil en las páginas de Facebook, decidió la sentencia- con b- que me otorgara un cubano de esos que, por obligación, y en honor al todopoderoso Capital, llevan una vida difícil y sacrificada en la principal urbe floridana: ¡Periodista!, ¡comunista!... chiba, con b.
Tengo decenas de amigos en Facebook que leen mis trabajos y ven mis crónicas en Youtube- todas de izquierda- y admito con orgullo, que, a pesar de los los puntos divergentes y las heridas que puedan existir de un lado u otro- heridas que deben sanar- nunca han atacado mi condición de reportero ni la han empleado como bandera inconsciente de antipatías y rencores.
¿Qué puede mover a un joven cubano, nacido en un país cercado;- un país al que nunca le han permitido demostrar la valía de su proyecto en condiciones normales-, para que, desde su emigración voluntaria, - sé que la suya es voluntaria- destile tanto veneno contra sus compatriotas?
Si avanzamos hasta el fondo de esta cisterna de aversiones encontramos a un hombre de la multitud, al que, como a tantos, atormenta la crisis del capitalismo, con sus inseguridades laborales, sus precios danzantes, nunca razonables, y el miedo a los vaivenes de las inmobiliarias, que hoy te ofrecen un penthouse y mañana una tienda de campaña, sobre todo a los latinos. Un hombre que ha de contar y recontar sus billetes- que no es ninguna deshonra- para saber cómo pagar las Bills y no perder lo logrado con tantos sacrificios…
¡Cuántas noches sacando cuentas y abriendo sobres!
¿Cómo entender, entonces, semejantes tonterías en las páginas livianas, maromeras y refrescantes del tan popular Facebook?
La frustración viene del deseo insatisfecho, de la verdad que un día resultó no serlo, de la palabra que no era más que unión efímera de vocales y consonantes; de creer en la dignidad cuando esta no era más que un conglomerado de luces y adornos florales y no el apetecido pedazo de pan que se come a gusto debajo de un árbol, al caer la tarde.
Más de medio siglo de animadversión, amenazas y ataques no han sido suficientes para poner de rodillas a esta isla. Hemos visto marchar, con pena, a familiares y amigos que, por decisión y derecho propios, han decidido buscar el American Dream. Los hemos contemplado prósperos, y no tan prósperos, pero muy pocos víctimas del infructuoso desenfreno que canaliza distancias, éxitos y fracasos por entre las venas abiertas del encono. Hoy se gesta otra mentalidad, que lástima que el dinosaurio no pueda comprender.
En este preciso momento recuerdo la estrofa de una canción que interpreta Calle 13: quien no quiere a su Patria no quiere a su Madre.
Yo, que nada tengo que ver con la composición musical, me atrevo a crear mi propia estrofa para dedicarla a ese cubano que, por mi condición de periodista, hizo gala de tan innovadora ortografía para calumniarme con el epíteto de, chiva, con b:
Quien ofende e irrespeta desde la hipócrita posición del despotismo democrático… tampoco tiene- disculpa- quiere a su madre.

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