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Ley 959: una raya más.

Ley 959: una raya más.

Rick Scott, millonario, ex marine y actual gobernador de la Florida, tan poco creativo como sus predecesores, añadió un plumazo más al bloqueo genocida- también arcaico, inútil y contraproducente para los intereses nacionales norteamericanos- que por más de medio siglo impone a Cuba el gobierno de esa nación norteña, al aprobar una ley que prohíbe el acceso a fondos públicos, a compañías que hacen negocios con la isla, por ser esta, afirman, uno de los países que auspician el terrorismo.
Conocida por ley 959, la nueva fantochada, al estilo de Helms and Burton es, a juicio de los cubanos, otra "ideota" de las tantísimas a las que hemos tenido que sobreponernos por casi seis décadas.
Involucrados en el tejemaneje, están los congresistas estatales, Carlos López Cantera, españolito de cuna, Michael Bileca, de origen cubano y el emocionado padre de la criatura: el senador republicano, René García. ¡Tremenda casualidad!
"Los dineros del contribuyente, dijo el Senator, por ningún motivo, deben ir a parar a esa tiranía. (…) La presión en estos casos hay que mantenerla para que algún día se vislumbre el camino hacia la libertad".
Cualquiera que no conozca la historia pensaría que Don Rene, sin acento, ignora que Washington ha confiscado más de 493 millones de dólares a Cuba desde 2010 hasta la fecha, sin contar las acciones terroristas originadas en territorio de los Estados Unidos que han costado vida a miles de cubanos. A tono con sus compinches, el marine, Scott, que aspira a la reelección, corroboró las insolentes declaraciones.
Cualquier votante con un mínimo de inteligencia debía sentirse ultrajado. No hay una sola persona sensata que deje de reconocer la protección que brinda el Estado del Sol a toda práctica terrorista contra la isla. Es un hecho: los más peligrosos extremistas de este hemisferio tienen su refugio… en la Florida.
Posada Carriles, no es un cuento de caminos, ni el Boogieman conque asustan a los niños floridanos: es un monstruo real que se pasea por las calles de Miami y sigue siendo el responsable del estallido en pleno vuelo de un avión de Cubana de Aviación con todos sus ocupantes a bordo. Según las leyes norteamericanas, no es un terrorista, es un luchador por la libertad. ¡Vaya libertad!
El fallecido Orlando Boch, "tampoco" fue un terrorista. Era tan buen citizen el docto, que mereció, en el primer aniversario de su fallecimiento, el homenaje incendiario de una oficina comercial- en esa tierra de libertades, caray- dedicada a fomentar vuelos a Cuba.
¿Qué secreto puede existir en cuanto a los propósitos de la movida Scottiana, en tiempos de elecciones? Con seguridad, ninguno. La legislación se orienta a la manipulación del voto cubano, pero a juzgar por los entendidos, es improbable que tal orquestación sea digerida por el electorado. Por demás, en estos tiempos de crisis económica, los ciudadanos comunes tienen poco o ningún tiempo para dedicarse a tales galimatías políticas de los que continúan buscando aristas- de por sí, pocas- para seguir pegados al ya exiguo biberón de los contribuyentes.
La minoría gritona continúa ahí pero, pero los que aun confían en el bloqueo económico como método de presión y asfixia a Cuba no pueden hacer oídos sordos a las voces que critican, cada vez, con más fuerza, el secuestro grosero de los intereses nacionales norteamericanos por una banda de "patrioteros" miamenses.

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