Celia vive en nosotros.
El 9 de mayo de 1920 le nació a Cuba una estrella.
Nutrida con la savia rebelde de su tierra natal, cuna de hazañas mambisas y tempranas batallas, desde pequeña respiró en su hogar las más encumbradas ideas de justicia y dignidad humanas.
Un día de 1953, acompañó a su padre hasta la cima del Pico Turquino para colocar un busto del Maestro en la cumbre más alta de Cuba: Allí selló su pacto definitivo con la patria.
Fundadora y dirigente del Movimiento 26 de Julio en Oriente, distribuyó "La historia me absolverá", entre las gentes del pueblo.
Con los pseudónimos de Ali y de Norma, organizó a los campesinos y sindicatos de la región para el apoyo a la lucha revolucionaria en la Sierra Maestra.
Luego de los días sombríos que siguieron al desembarco del Granma, preparó el suministro al grupo encabezado por Fidel y recogió armas que enviara al naciente Ejército Rebelde.
El 19 de marzo de 1957, la combatiente clandestina se incorporó a la Sierra, para transformarse en guerrillera. Fue la primera mujer que integrara las filas rebeldes en las montañas, e impulsora junto a Fidel, de la creación del pelotón femenino "Mariana Grajales".
Celia estuvo presente en los momentos cruciales del triunfo revolucionario. Junto a Fidel entró en Santiago de Cuba el 1ro de enero de 1959, y con él llegó a La Habana en la Caravana de La Libertad.
Su huella creadora de exquisita sensibilidad humana, pervive en muchas obras de la revolución, de las que fuera promotora.
Mujer de profunda modestia y sencillez, ganó el amor del pueblo que la presentía en toda obra de justicia y beneficio para los humildes.
Celia falleció el 11 de enero de 1980, causando un profundo dolor en toda la población. Por su vida íntegra, su dedicación a la causa y su lealtad a Fidel, Celia es considerada por nuestro pueblo, como dijera Armando Hart, "La más hermosa y autóctona flor de la Revolución".
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