Los conspiradores o, los nuevos Iluminatis.
No estaba muy lejos el escritor e investigador ruso Daniel Estulin cuando afirmó que existe un complot mundial para sojuzgar el planeta en beneficio de los más ricos.
El plan por su esencia no es descabellado, si se tiene en cuenta que durante más de tres siglos, los "barones de la oscuridad", lo han puesto en práctica con relativo éxito.
En el show de televisión, Teoría conspirativa, orientado a la búsqueda de explicaciones racionales a eventos sucedidos o por suceder que no son revelados por autoridades gubernamentales, su presentador, Jesse Ventura, político y actor estadounidense , planteó la existencia de complots por parte de sociedades secretas, organizaciones económicas y empresas poderosas que permanecen en la sombra, para establecer la dominación mundial.
En las primeras tres décadas del pasado siglo XX, los intentos de dominación mundial se materializaron a través de conflictos armados, como la Primera Guerra Mundial, que involucró a todas las grandes potencias de entonces enfocadas en la repartición de territorios y recursos naturales, y fue responsable de llevar a la tumba más de 65 millones de soldados.
El ascenso de Hitler al Poder y las consecuencias posteriores es otro ejemplo-más sangriento y sofisticado- de los esfuerzos conspirativos del Capital, verdadera arma homicida, por establecer el dominio mundial. Hoy se cuenta muy bien la historia de, los Aliados, y de cómo derrotaron a la Peste Parda, pero en 1941, las potencias occidentales vieron con buenos ojos la eventual destrucción de la Unión Soviética por las hordas nazis: toda una conspiración para establecer el poder de los monopolios y la expropiación futura de los recursos naturales de Europa, la cuenca de El Don, los Urales, el sudeste de Asia y África.
Aunque el empleo de la violencia continúa entre los métodos preferidos del ya declarado, decadente imperio norteamericano, los grandes poderes financieros mundiales recurren a la conspiración para establecer la "dominación blanda" a través de los bancos centrales en todo el planeta, bajo la égida- según Estulin y otros que piensan como él- del Banco de Pagos Internacionales, basificado en la neutral Suiza.
En el presente- bien reciente- caracterizado por alternativas de dominación que no siempre viajan en los cañones de los acorazados o en los misiles de la aviación, el mundo asistió a la conspiración del grupo financiero Goldman Sachs para desencadenar una crisis de la cual el sector más rico- como se esperaba- emergió próspero.
Es bien conocido que este grupo financiero se involucró de pies y manos en el origen de la crisis en Grecia, con el ocultamiento- ¿Conspiración?- del déficit de las cuentas griegas del gobierno conservador de Kostas Karamanlis.
Mario Draghi- otro conspirador- a la sazón presidente del Banco Central Europeo, había sido vicepresidente para Europa de Goldman Sachs, con cargo operativo,-¿Coincidencia?- Lo que sucedió después todos lo sabemos, y en la actualidad, lo vivimos.
Me aterra la clarividencia de Estulin cuando prevé que, de nada servirá la voluntad política de los gobiernos cuando el poder financiero les sea ajeno. Un, "si, pero no", de consecuencias catastróficas se apoderará del orbe, y poco se podrá hacer con las manos atadas por los Iluminatis del presente.
Según expertos, la solución comienza por no dejar nuestro dinero en manos de los que hoy pretenden manejar el mundo y volver la mirada hacia alternativas como el Banco del Sur, fondo monetario, banco de desarrollo y organización prestamista, resultado de la lucha contra la hegemonía financiera de los grandes capitales, destinado a la inclinación de la balanza en esta parte del planeta a partir del préstamo a cualquier nación de América Latina que emprenda la construcción de programas aprobados bajo conceptos de igualdad, equidad y justicia social.
El banco del Sur se erige como una alternativa al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial y al Banco Interamericano de Desarrollo, y supone el mejor de los ejemplos de resistencia concreta a los conspiradores que aspiran presidir y esclavizar un planeta, en la práctica, ingobernable.
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