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¿Hasta cuándo los dinosaurios?

¿Hasta cuándo los dinosaurios?

Es una moda de unos pocos en el exterior, atragantarse con frases y discursos "democráticos" que, en verdad, no practican. Han pasado apenas unos días desde que la prensa floridana, de brazos con la ultraderecha mafiosa, le dedicara una asonada al manager de los Marlins de Miami, Ozzie Guillén por sus supuestos elogios al Comandante, Fidel Castro.

Si no fuera por el contacto directo con los medios noticiosos de allá y las experiencias acumuladas en las últimas décadas acerca de la verdadera naturaleza de tales "indignadas" e "indignados", la cosa fuera como para quedarnos mudos de asombro.

Claro, surgen preguntas, buenas para la retórica o la "ingenuidad" de los que, atónitos, aun no comprenden de qué se trata todo esto: ¿Cómo es posible que en la tierra de la libertad de expresión, sea imperdonable expresarse... con libertad, que los medios arremetan contra alguien por expresar un criterio contrario al pensar de una minoría? Pues, sí señor, es posible; hasta disculpas y llantos arrancaron al manager los plañideros, para que se retractara de semejantes blasfemias; ¡blasfemias!, en el paraíso de la pluralidad, donde todos pueden expresar lo que les venga en gana, hasta que a alguien... le dé la gana; y que conste, no lo decimos de oídas, solo hay que abrir la ventana y mirar.

Tampoco son, de oídas, los comentarios de muchos por allá que mantienen la cordura y el sentido común enjuiciando a esa misma minoría troglodita y escandalizada con el manager, calificada como la artífice del secuestro al tema cubano en el Congreso norteamericano, a contrapelo de la opinión que de este tema se tiene en esa tierra.

Por eso, no es de extrañar que, en tal edén de "libre diversidad", un jugador de béisbol fuera obligado a retractarse de supuestas palabras prohibidas -se me ocurre un Galileo moderno- ni que, Ileanita Ross -la loba- haya catalogado de, "terrorista" a... una brigada artística infantil de la Isla, que visitara los Estados Unidos de América en franco gesto de amistad. Como decimos los cubanos: y de esas, miles...

¿Cuántas personas honestas, trabajadoras, solidarias, de las muchas que viven en ese país, estarían dispuestas a secundar tales disparates fóbicos, de individuos que no han hecho más que secuestrar sus libertades y embolsar una parte de sus esfuerzos? Ninguna, con seguridad.

A estas alturas, no quedan muchos que desconozcan las clases prácticas de ese laboratorio de "patriotismo" financiado que intenta excomulgar cualquier ensayo de restablecimiento de relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. Hay mucho en juego: se acabaría el negocio más jugoso de todos los que la proverbial iniciativa cubana ha establecido en ese país. ¿De qué vivirían los dinosaurios, si no están acostumbrados a vivir del sudor de sus frentes como los demás?

Escribir estas líneas no es solo un ejercicio intelectual; es también un ejercicio de libertad, para nada orientado a la discordia o la escisión, sino al análisis racional de acontecimientos, que desfavorecen el normal desenvolvimiento y los intereses de las gentes comunes, de ambas partes. A diferencia de los que no conciben ideas diferentes, aceptamos la diversidad cuando esta se centra en los puntos comunes, sobrelleva las diferencias y respeta su base etimológica como palabra; preferimos la filosofía de la botella medio llena y la de la suma. ¿Hasta cuándo los dinosaurios en singular?

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