Hablando de desarrollo local e identidad.
Los tiempos actuales han abierto el debate sobre el nexo urgente entre la identidad cultural y los procesos de desarrollo. Por regla general los seres humanos aspiran a una vida mejor en la que el fruto de sus esfuerzos, ya sean individuales o colectivos, generen la sensación de bienestar que todos coincidimos en llamar, desarrollo. En términos generales, tal tendencia a transformar los estadíos actuales en escenarios superiores, es el motor que expande las potencialidades humanas.
El desarrollo está ligado a dos elementos sin los cuales sería imposible asegurar metas a mediano y largo alcance: la identidad y la sostenibilidad.
Una localidad que aspire al desarrollo, debe estar visiblemente diferenciada e identificada, bien por sus rasgos culturales o por los sucesos económicos que manifiestan mayor preponderancia en su decursar histórico. También debe aspirar a que prevalezca su presencia y sus decisiones, especialmente aquellas que tienen relación directa con su propio destino.
Para que el desarrollo pueda calificarse de, sostenible, es necesario reforzar lo autóctono, que es consolidar la base autonómica sobre la cual hemos de erigir el proyecto social que pretendemos. Visto así, podemos convenir que, el desarrollo local sostenible debe ser reflejo fidedigno de la identidad del grupo humano que lo impulsa, porque de otro modo se pondrá en peligro la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus necesidades, partiendo de la génesis motivacional que impulsara a sus antecesores a colocar la primera piedra.
El fortalecimiento de la identidad cultural en el plano local y su relación estrecha con las manifestaciones artísticas de un territorio es uno de los retos mayores de la sociedad contemporánea, enferma de globalización tecnológica y tendente al desvanecimiento de lo autóctono frente al potencial invasivo de la llamada, cultura occidental y sus íconos, por lo que, el desarrollo endógeno, como modelo destinado a potenciar las capacidades internas de una comunidad, no es posible sin la identificación plena de los seres humanos con las metas materiales y espirituales que aspiran alcanzar. Muchos modelos y proyectos de desarrollo endógeno fracasan por la subestimación del colectivo y el individuo dentro del contexto cultural, social, político y tecnológico, frente al elemento económico.
De todos los cánones de la identidad conocidos no puede prescindirse de la identidad cívica relacionada con las características exclusivas de la localidad y la búsqueda de estímulos que despierten en la población actitudes de integración, favorecer la gestión de las organizaciones comunitarias y fortalecer la gestión institucional y financiera de las organizaciones locales.
Un elemento que confirma lo necesario de generar una identidad profunda en las comunidades que aspiran al desarrollo sobre bases endógenas es el destierro, cada vez más generalizado, de antiguos modelos relacionados con concepciones de desarrollo basadas en la inversión extranjera y en las teorías que sustentan el hecho improbado de que, las grandes ciudades al concentrar el crecimiento económico, propagan beneficios hacia las poblaciones de menor volumen.
El desarrollo Local, no estriba exclusivamente en factores económicos, e inversiones extranjeras o domésticas, sino también de la capacidad para reforzar los valores de identidad y pertenencia, fundamentalmente en poblaciones pequeñas de entre 9 mil y 24 mil habitantes, donde el “buen vivir” debe generarse a partir del esfuerzo horizontal de todos los factores implicados en el mejoramiento y el cambio.
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