La Camancola.
¡Todos son una camancola!
El viejecillo estaba furioso: llevaba semanas intentando una gestión y solo había conseguido un montón de horas perdidas, sudor, bilis y frustración.
Los presentes nada podían hacer para ayudarlo en terrenos en los que ellos mismos se consideraban igual de indefensos pero, la palabreja no pasó por alto y alguien lo abordó con afán de conceptos y sinonimias que iluminaran aquel estrecho punto entre su irritación y… la Camancola.
"¿Camancola? Todos esos que pelotean al pueblo de detrás de un buró, los que te sacan mil papeles y resoluciones que no solucionan nada, los vividores a cuenta del estado… todos son eso: una Camancola."
Como todos sospechaban; el anciano aplicaba la mofa popular a lo que algunos osan llamar, Manjúas, Grupúsculos, Sinsontes, y otros optan por decir que, "no tienen nombre".
A la primera parte de la definición dada por el longevo se le nombra, en realidad, burocracia; o sea, sistema de procedimientos "explícitos", división e responsabilidades, especialización del trabajo ó relaciones impersonales, que tienen lugar en empresas, oficinas públicas y en cuanto lugar exista un buró, un legajo de papeles, una PC y un funcionario con deberes que cumplir para con la población. También se le conoce por ser el sector "administrativo" de mayor crecimiento y poder de decisión en cualquier sociedad que, "apoyado" en leyes, resoluciones, circulares y orientaciones, se convierte en freno para el desarrollo económico y pone en peligro la estabilidad social.
Hay de todo en esta especie de "clase productiva": juventud aun no infecta con modelos y formularios, individuos en franco proceso de infestación y empleadillos "consagrados", con "vasta experiencia" en eso de pelotear, so pretexto de la "organización científica" de los procesos productivos y sociales.
Para llegar a los niveles de desesperación del presente, la burocracia ha recorrido un largo camino desde las tabletas de arcilla mesopotámicas y el papiro egipcio, hasta el papel gaceta, el de tirada continua y el doble copia, sin olvidar el paso de la máquina de escribir Rémington, a la Robotron, operada por la eficiente "cuquita la mecanógrafa", hoy desplazada por modernas ofimáticas, que operan veloces PC Dual Core, con fax, E mail, Jet Printers y un montón de novelitas para los tantos ratos de ocio.
"Soldados" temibles, de distintos uniformes, dependiendo del "arma" en la que sirven, asistidos por climatizadores y música indirecta, o en mesas carcomidas por el comején y la indolencia; grupo supuesto de impulsores del desarrollo social y en la realidad, calcos y modelos de aquella profética estrofa de Virulo, que decía más o menos así:
El Director está en reunión,
El subdirector, no está en la empresa.
La secretaria anda perdida,
Y a mí me duele mucho la cabeza.
El secretario, merendando;
La oficinista, se ha ausentado,
Tuvo problemas personales,
¿No ve que estamos todos ocupados?
La segunda parte de la Camancola está constituida por individuos con responsabilidades administrativas de mayor nivel que prefieren dirigir la mirada a las profundidades siderales de donde "caerán" soluciones, en vez de esgrimir la creatividad y la acción como requisitos lícitos del triunfo. Complacidos con los números redondos y crecientes de sus informes, incapaces de dar la cara a cuantos les reclaman cumplir con el deber por el que ocupan un cargo, una responsabilidad.
Son del tipo que solo ve en el llamado al cambio, una palabra de tres vocales y tres consonantes, y no el significado que ésta implica para millones de personas que creemos en la perfectibilidad del sistema y que nos oponemos de forma resuelta a su destrucción o suplantación.
Son, por demás, los que emplean frases estudiadas; llaman al fracaso, "obstáculo", a la incompetencia, "perfeccionar procedimientos" y a la inmovilidad, "tiempo para el estudio de factores, variantes y escenarios posibles".
Entre esta camada- Camancola- se encuentran los reacios a la crítica; capaces del rencor; incapaces de la vergüenza que moviliza, reforma, e invita a restituir, a cumplir, a producir. Son los que arguyen, prometen y esquivan mientras los servicios se deterioran, las tarimas del mercado permanecen vacías y los números de marras continúan su paso creciente, incongruente y alterado.
Es significativo el caso de un informe de autoconsumo en el que, eran tantas las pifias y la irracionalidad, que un conejo llegó a pesar- en papeles- 42 kilogramos. Si no fuera por lo grotesco del caso, podríamos darnos el lujo de reír, pero es la evidencia de los hilos y tramas macabras que teje… la Camancola.
Manjúa, burócratas, sinsontes, camajanes, Camancola; individuos que proliferan en todos los rincones de nuestra geografía, han deteriorado la institucionalidad, haciendo más difícil la vida del ciudadano común, creando malestar, inseguridad y esquivando culpas en detrimento de la obra revolucionaria. El perfeccionamiento del sistema tiene en tales sujetos el primer y gran obstáculo que demanda total y resuelta erradicación. Los pasos avanzan en esa dirección.
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