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Mantua Visión

La monstruosa hipocresía.

La monstruosa hipocresía.

Centenares de toneladas de explosivos ha lanzado Londres sobre las ciudades de Libia. Todo en nombre de la democracia, el progreso y la civilización.
Escandalizados por la "violación" de los derechos humanos en ese país del norte africano, no vacilaron en unir fuerzas a los Estados Unidos y demás miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para llevar la protección y la libertad al pueblo libio. Son tan civilizados, esos que toman el té a las cinco de la tarde, que se escandalizan con la voluntad expresa de los pueblos cuando no coincide con sus ideas acerca del orden mundial, y sin embargo, en el traspatio de sus propias moradas, son cosa normal la pelea en jaulas de niños no mayores de ocho años. La noticia recorrió el mundo y para muchos resultó inconcebible que, en la civilizada Inglaterra, los chicos, en vez de hacer los deberes escolares y jugar en los parques, se dediquen a practicar artes de gladiadores para divertimento de las Ladies y los Gentlemen de Albión. Para los que escuchamos, leímos o vimos las imágenes de destrucción y muerte provocadas por estos caballeros junto a sus consortes norteamericanos en Irak, Afganistán y en días pasados en las ciudades libias, no hay mucho de que asombrarse.
"Espectáculo de barbarie" fue la frase empleada por el ministro británico de Deportes y Cultura, Jeremy Hunt, al referirse a la lucha de menores enjaulados que las leyes de su país no penan. Las personas de bien de todo el orbe coinciden en que, en verdad, barbarie, es la palabra ideal para calificar actos tan alienados de la espiritualidad humana, pero, ¿Cómo calificar la bestialidad que ese país comete con la población civil Libia en nombre de la democracia?
Durante la Segunda Guerra Mundial, los bombarderos alemanes provocaron pérdidas millonarias e incontables sufrimientos al pueblo británico. Al final de la contienda, los asesinos nazis, muchos de los cuales ordenaron tales genocidios, fueron juzgados y condenados por un tribunal internacional, por crímenes de lesa humanidad. ¿Quién juzgará a Londres por los bombardeos a la población civil de Libia? Es evidente que no serán las Naciones Unidas y no hay necesidad de explicar los motivos.
La hipocresía y el discurso divorciado de los hechos son las divisas del imperialismo mundial en estos tiempos. La OTAN propone una "protección" que los protegidos no necesitan ni desean; los británicos, en vez de ir por el mundo en la misma comparsa de los buenos que bombardean inocentes, debían limpiar su traspatio de la podredumbre, criar una infancia feliz y desterrar por siempre las calles londinenses de los filmes de Sherlock Holmes y Jack the Reaper.

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