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Mantua Visión

Mi querida Mantua

Los amigos de Facebook.

Los amigos de Facebook.

Camino a mis deberes, decido atravesar el parque central de la villa. El invierno pica cercano pero, las irregularidades que impone el cambio climático, hacen que los árboles aún se vistan de verano e inviten a una buena charla que haga olvidar la canícula sofocante de Diciembre.  Saludo a dos cofrades y, cuando pretendo continuar, un tercero me detiene para, con desenfado pueril, rodeado de sus sociales que vagan, o vacacionan, me lanza la pregunta de la mañana:
"¿Desde cuándo no tiras con Perico?,  Por si no lo sabías, llega mañana. Él me dijo que era tu amigo en Facebook."
 Y sin darme tiempo a una respuesta, agrega.
"Si lo contactas, le preguntas que a qué hora llega su vuelo."
Los involuntarios que asisten a la conversación intercambian miradas cómplices, un vejete carraspea y un tercero se levanta y coge rumbo noreste, rumbo a la iglesia, o más allá.
Entonces yo respondo:
"Hace varios días que no entro a Facebook, porque he estado atareado pero, si lo contacto le doy tu saludo, no te preocupes."
De lo del vuelo, no agrego nada, y no lo hago por omisión, sino porque lo más seguro es que se me olvide y, por otra parte, no puedo acostumbrar a las personas a esa especie de mensajería de la que participa cada servicio de correo electrónico en esta isla.
Minutos después, en medio de una reunión aburrida, medito y me confirmo cuánto precisan saber nuestros compatriotas de esa nueva forma de comunicación que poco a poco se cuela por entre los intersticios de nuestra sociedad motivada por la tecnología de Telesur, los medios masivos nacionales que invitaa a "chocar" con la triple dobleve, las series y telenovelas del "paquete semanal", y los que vienen de allende y aquende los mares, y la describen como, "entretenimiento lleno de personas que hacía tiempo no veían".
 Y yo, que no me sustraigo a las "distracciones" de la red social, también tengo cientos de amigos en Facebook, distribuidos fundamentalmente entre las decenas de lectores floridanos de Ecos de Mantua-publicación digital de nuestra localidad- quienes, voluntariamente, emigraron hacia mi página social.
También me siguen internacionalistas en otras partes del mundo, latinoamericanos que concuerdan con mis ideas de izquierda y otras utopías que conservo porque sí, y hasta algunos españoles y canarios que se divierten y reflexionan con mis "cubaneos" en la web de TelePinar.
Tengo otros seguidores, belicosos que no rechazo; son los que me fustigan por ser cubanito rojo, o sea, raulista, fidelista y todo aquello que les causa fobia a quienes no entienden mi disposición a la diversidad, que en ningún caso significa claudicación, ni tampoco, enemistad.
El caso es que algo tan incipiente como las redes sociales, poco conocidas entre los cubanos de a pie, por las limitantes objetivas del acceso nacional a la Internet, tiene necesariamente que levantar "sospechas" entre los que escuchan de tantos "contactos" y "devaneos" lanzados en el mismo saco.
¡Aaah!, los años ochenta del pasado siglo y yo, caído de "fly" en un preuniversitario en el campo, desvalido y desorientado,  me reencontré con Perico, ese mismo amigo de Facebook, camarada de aventuras en las calles de Mantua, durante las tardes- noches  en que la muchachada se iba hasta la cancha del poblado para ver jugar voleibol a los rusos de la base del CAME, tomar Frozen y comer sorbetos. Perico me ofreció abrigo en un lugar llamado, "cuarto de los locos", para poder "escapar" uniforme, libros y una cama donde dormir. 
Después del bachillerato, nos separamos: yo a estudiar Inglés y él tomo los derroteros que supuso mejores. Un tiempo después lo volví a ver en las calles de mi pueblo: era el mismo de antes, sin pisca de malicia, humilde,  bonachón, igual dejo de melancolía en sus ojos buenos y el mismo sentido de justicia que lo caracterizara en aquellos tiempos cuando me extendió la mano en el pre siete de Sandino, recién llegado, yo,  de los sofisticados albergues de una escuela de artes.
Del cuéntame tu vida supe que vivía en Miami y que no podía sacarse del corazón este pedazo de tierra donde correteamos de chicos. Supe también que tenía una novia en mi barrio y que pretendían casarse.
Nunca le pregunté  por qué se fue, y de sus palabras conocí su asiduidad al sitio web de mi pueblo, el mismo que lleno cada mes de anécdotas, cuentos e historias pasadas y presentes  para mantener la presencia local en cada corazón que quiera latir por Mantua.
Días después del reencuentro  hallé su solicitud de amistad en mi página, y también la de muchos de sus amigos,  y la de amigos de sus amigos. Desde entonces, la tecnología lo pone en el camino de mi yo ciberespacial.  A veces intercambiamos, otras, cuando está trabajando, me devuelve el saludo, y yo lo comprendo.
Esa amistad extendida a los ceros y unos del mundo digital, nunca ha sido manchada con  falsos pudores o diatribas tan usuales entre los que intentan "disciplinarme" por ser como quiero ser.
Como él, tengo otros amigos.
En una ocasión alguien  con el día frustrado  le reprochó a uno de mis camaradas de la web, "estar leyendo el Ecos de Mantua, ése". La respuesta fue inmediata y efectiva: "el Ecos de Mantua, ése, me recuerda mi tierra, mi familia, mis amigos y la tumba de mi madrecita. Por esa tierra, compadre, hago y haré lo que sea".
Días atrás regañé a una "prima" residente en Gran Canaria- encontrada gracias a Facebook- por comentar de forma virulenta una fotografía con dos panes paliduchos y una libreta de abastecimientos. La famosa libreta,- le dije- no es invento nuestro; los británicos en su momento, isleños como nosotros, se vieron precisados a usarla para alimentar a su población. Para nosotros, significa una forma de distribuir lo poco que tenemos, y a mí, en lo personal, me recuerda lo mucho que podríamos tener si el cerco económico  que nos imponen los yanquis, mil veces negado y mil veces presente, no intentara estrangularnos desde hace más de un siglo.
Mi prima sigue siendo mi amiga, y junto con su disculpa, recibí el beso de bits que conservo en el lugar más privilegiado de mi corazón.
Hernán es otro de esos amigos de Facebook que me encontraron en la red. Pertenece a ese tipo de persona con la sensibilidad superlativa para ayudar a los más necesitados sin estar mirando cuánto tendrá que invertir en el intento.
De otros amigos y amigas,  con ideas muy diferentes a las mías, tengo el respeto que, por igual les retribuyo, y confieso que, de sus actitudes he aprendido más que de quienes hacen sucumbir la sinceridad a la simulación.

Estamos en presencia de una nueva forma de intercambio social, que para nada queremos ignorar; una tendencia creciente que transita los caminos de la diversidad y que no debe ser vista, ni con superficialidad, banalidad, o estigma.
Mi experiencia me ha confirmado, después de varios años de redes sociales, que nada puede retorcer valores cuando son sólidos, que los conceptos parciales y mercenarios en la red, no captan voluntades, que son más los buenos que los malos,  y que, ese Facebook, hasta el presente poco conocido entre mis compatriotas,  puede convertirse, de hecho ya lo es, en otro grano de arena en nuestra lucha por un mundo mejor, solo es cuestión de enfoque.

Entregan la condición, “Colectivo Distinguido” al Vivero “La Gardenia” en Mantua.

Entregan la condición, “Colectivo Distinguido” al Vivero “La Gardenia” en Mantua.

Mantua 9 de septiembre- El Vivero de plantas ornamentales “La Gardenia”, de Mantua, único centro de su tipo  que en la provincia de Pinar del Río mantiene la condición de Vanguardia Nacional por 21 años consecutivos, acaba de recibir el certificado sindical que lo acredita, “Colectivo Distinguido”.

Dedicado al cultivo de plantas ornamentales, el vivero mantuano atesora una historia de proezas laborales que avalan el reconocimiento entregado en sencilla ceremonia, en la propia instalación, por la licenciada Martha Nelis Rodríguez, directora provincial del sector comunal.

Con más de 45 000 plantas de diversas especies decorativas, el Vivero destina sus producciones a la jardinería local, solicitudes de otros  territorios de la provincia y la exportación de especies exóticas.

Según palabras de Ana Delia Malagón Directora del vivero “La Gardenia”, “el ordenamiento de sus áreas  de siembra, la variedad, la supervivencia de especies y los resultados económicos de los últimos años hacen de la instalación una de las más  productivas de la provincia y el país”.

Restauran busto de José Martí en la villa de Mantua

Restauran busto de José Martí en la villa de Mantua

Esta esquela es buena noticia para los mantuanos esparcidos por el orbe. El busto del Apóstol que desde 1947 preside un parque memorable de nuestra villa, ha sido restaurado.

Desde los años 50  el torso del Héroe Nacional  de Cuba sufrió daños en la parte frontal. La historia cuenta que un individuo con problemas mentales le disparó con un arma de caza, aunque otros afirman que todo fue producto de una infame pedrada. Como resultado del hecho bandálico, la nariz de la sagrada  pieza fue destrozada.

Esculpido en 1946 por el escultor italiano Salvatore de C.  hasta el presente los intentos por restaurarlos no resultaron nulos.

Pero la genialidad de dos profesionales locales de la plástica- Michel y Tomás Linares- revertió la situación y en la actualidad el busto, como nuevo,  anuncia la necesidad de cuidarlo para que el mayor símbolo de cubanía  que preside la villa continúe siendo patrimonio de todos los mantuanos.

Se los dije, buena noticia, porque el patriotismo, no tiene fronteras.

 

Mantua en Cuba: Capolongo y el monstruo del lago Ness II

Mantua en Cuba: Capolongo y el monstruo del lago Ness II

Más de 1.500 años de cuchicheos acerca de un monstruo que mora en el lago Ness, en Escocia mantienen viva una leyenda que atrae cada año a miles de turistas esperanzados con captar una instantánea de la criatura prehistórica, o al menos, de alguno de sus descendientes, que milenio y medio es mucho para un ser vivo.

En 1934 el cirujano Robert Kenneth Wilson mostró al mundo el supuesto retrato del monstruo que habitaba en las profundidades del Lago. 36 años después, el abogado estadounidense, Robert Rines, obtuvo una fotografía subacuática en la que se destaca una aleta romboidal, propia de nadadores pertenecientes a la era mesozoica. Según rumores del mundo académico, la instantánea coronó el cúmulo de "evidencias" necesarias para que las autoridades inglesas declararan al Nessie como, "fauna oficialmente protegida".

Aunque las pruebas aportadas hasta el presente carecen de rigor científico, dado el carácter circunstancial de las mismas, los habitantes locales, favorecidos por la atracción turística que supone un folclor milenario, argumentan en favor de su existencia.

De un tiempo acá, dos investigadores mantuanos -de la Mantua cubana- trabajan incesantemente para demostrar la inviabilidad de la leyenda escocesa. Por increíble que pueda parecer, la demostración se fundamenta en una tendencia actual, esgrimida por un historiador de origen italo -Domenico Capolongo- empeñado en echar tierra, más que desentrañar, los mitos y leyendas fundacionales de esta tierra noroccidental que alguien osó llamar, Mantua.

De modo que, si se ha puesto en boga aquello de rebautizar los orígenes de esta ciudad cubana, fundada hace más de 4 siglos, por navegantes italianos, peninsulares, o canarios -según la tradición oral- no causa ningún asombro que por acá se nos ocurra "demostrar" a los escoceses que la leyenda del monstruo que habita en su lago más famoso, no es más que eso: leyenda rural y nada más.

Nuestro mito, el mantuano, actualmente bajo la lupa de quienes pretenden rescribir la historia, descansa precisamente en las mismas aguas que ocultan al Nessie; un bergantín, una flota que lo persigue, una barrera coralina que no conocen, un naufragio y finalmente, una tradición oral y un culto a la virgen de las nieves. En la fría Escocia, una historia improbada, un macuto de aseveraciones y una magia de la que no se desprenderá la comarca que rodea el lago aunque sus vados y cimas sean peinados por la técnica de SONAR más sofisticada, solo para demostrar que los tiempos prehistóricos no volverán.

En fin, que la Mantua cubana, es el resultado de un río de nombre indígena -según Domenico- lo que, como hemos dicho en otras publicaciones anteriores a la hecatombe, le va de maravilla con el MAN-, por lo de, manjuarí, manjúa, majana, pero se le desarma con lo del TUA, pues al parecer, los siboneyes del occidente no eran muy dados a la segunda parte de la palabra.

No se me ofusquen los fans del Nessie, pues hay que reconocer que, a pesar del empeño de los dos caribeños por desenmascarar la leyenda escocesa, a propósito, a casi 8 mil kilómetros de distancia, sin haber puesto jamás un pie en las riveras del lago, es lo mismo que intentar arrancar un pedazo de leyenda local a los habitantes de esta porción noroccidental de Cuba.

Esfuerzos inútiles que, en ambos casos, tienden a cero. Así pues viva el Nessie y la Mantua cubana.

Mantua en Cuba y las tribulaciones toponímicas de Doménico Capolongo.

Mantua en Cuba y las tribulaciones toponímicas de Doménico Capolongo.

Aunque el tema es bien conocido, una nueva incursión, es válida. Mucho antes del 2004, luego de la primera edición de, Mantua en Cuba, entre la Historia y la Leyenda, del escritor e historiador local, Enrique Pertierra, la polémica acerca de la fundación, o no, de la Mantua cubana, por navegantes italianos, aun se mantiene entre las preferencias de los estudiosos del tema.
Entre los más exaltados se encuentra el historiador de origen italiano, Domenico Capolongo, autor de varios textos y ensayos en pro de la refutación de la teoría fundacional de Mantua en Cuba.
En su más reciente ensayo acerca del tema, titulado, Mantua de Cuba: topónimo indígena e inmigración italiana desde final del siglo XVIII, http://www.duns-scoto-roccarainola.it/MantuadeCuba.pdf Capolongo plantea lo que a continuación reproducimos, respetando- por supuesto- la ortografía original del autor y las redundancias semánticas y gramaticales de su traducción, como haremos en todas las demás citas textuales.

"En 2004 escribí una nota sobre la hipotética fundación de Mantua de parte de algunos náufragos italianos en el siglo XVII, llegando a la conclusión que se trata de un topónimo indígena, utilizado antes por el río homónimo que atraviesa el término municipal de la ciudad, faltando de toda fundamentación histórica la "hipótesis italiana", que se rije sobre una simple leyenda de principios del siglo XIX. Este estudio se presentó en La Habana en el año 2005 en un volumen del cual se distribuyeron unas trescientas copias a descendientes de italianos inmigrados, estudiosos y bibliotecas cubanas .
A pesar de esto se sigue hablando de la "fundación de Mantua por navegantes italianos" sin hacer ningun caso a mi trabajo, ni siquiera para criticarlo científicamente .
Decidí por eso meter en red el antedicho trabajo, traduciéndolo del italiano al español."

Según Don Domenico, su "hipótesis" es un hecho aceptado "favorablemente" en Cuba. Al indagar en el más elemental diccionario de la Lengua castellana, encontramos que, hipótesis, es (…) una proposición aceptable que ha sido formulada a través de la recolección de información y datos, aunque no esté confirmada; sirve para responder de forma alternativa a un problema con base científica; es también, una propuesta provisional que no se pretende demostrar estrictamente, o puede ser una predicción que debe ser verificada por el método científico.

En tal caso, la fundación de Mantua por navegantes italianos, llegados a nuestro litoral producto de la persecución que hicieran de sus naves la omnipotente flota inglesa en aguas del caribe, no es menos valedera que las "cientificidades" capolonguianas, basadas en la toponimia de los antiguos aborígenes que poblaron la isla de Cuba. Según Domenico, el nombre de, Mantua, es un topónimo indígena y el poblado toma el nombre del río, nombrado así por los antiguos habitantes de la región.
Más adelante, en su disertación acerca del lenguaje aborigen, plantea:

(…) aun siendo ignorante en campo lingüístico local no me ha sido dificil encontrar en el nombre Mantua una raíz común a muchas palabras precolombinas concernientes al mundo acuático en general. Estoy hablando obviamente del radical MAN, que se encuentra, por ejemplo, en los siguientes términos, estrictamente relacionados con el agua:
man-juarí : pez de agua dulce 
man-atí : mamifero de las aguas marinas o salobres 
man-júa : pescaditos comestibles 
man-gle : arbol que vive en las costas marinas
Presente también en muchos otros términos, todos relacionados con el mundo natural de la selva, como: 
man-áca : especie de palma (manacal) 
man-aguáco : animal manchado de blanco
man-ajú : arbol selvático 
man-ígua : terreno cubierto de maleza; bosque pantanoso (manigual)
Si luego se busca en la toponimía mayor de Cuba aparecen otros nombres que pueden contener la misma raíz; por ejemplo:
Manaca / Manacal / Managua / Managuaco / Manaja / Manajanabo 
Maniabón / Manajú / Manajuana / Manicaragua / Manuy.
Acerca de la otra parte del nombre, es decir la terminación TUA, no entro en el tema lingüístico que me parece más arduo. 

Por lo anterior, podemos comprender, los que en verdad, sin pudores innecesarios, nos reconocemos ignorantes en tal campo lingüístico, la "cosa" se le puso "mala" a Don Domenico, cuando "llegó" al TUA. 
Propongo, en válida contraposición, revisar estas líneas escritas por Pertierra, estudioso de las lenguas nativas de la mayor de las antillas.

(…) "La mayoría de lenguas arahuacas son polisintéticas o predominantemente aglutinantes con pocos elementos fusionantes. En la mayoría de ellas las marcas morfológicas recaen sobre el núcleo más que el complemento, es decir, son lenguas con marcaje de núcleo. Este factor explica la ausencia de caso gramatical en la mayoría de lenguas. Las lenguas arahuacas son predominantemente sufijantes, y sólo tienen unos pocos prefijos. Aunque los pocos prefijos son bastante uniformes a lo largo de toda la familia, mientras que los sufijos varían mucho de un subgrupo arawak a otro. Los morfemas no ligados frecuentemente se gramaticalizan como morfemas ligados, así las adposiciones llegan a ser marcadores aplicativos y las raíces verbales frecuentemente se gramaticalizan como marcas de aspecto gramatical."

Los que continuamos ignorantes confesos en la materia, deducimos con claridad que, Mantua, no "clasifica", dentro de las reglas anteriores.
No basta al señor Capolongo negar la fundación de Mantua por navegantes italianos y la emprende- TAMBIÉN- contra la hipótesis de, Raffaele Tamalio quien propone la fundación de esta ciudad por colonizadores españoles, perpetuado en tierra cubana el nombre de Mantua Carpetana, ciudad romana colocada presumiblemente en las cercanías de Madrid. 
Al parecer, ni españoles ni italianos que, indios con taparrabos, nos vienen mejor a los de acá- según el Señor Capolongo.
Y nosotros, que a mucha honra defendemos el hacha de Hatuey y las flechas de Guamá, no nos tomamos más tiempo del necesario para sonreírnos con esta suerte de contrapunteo, y dejar claro que somos, en todo caso, indios,- sin levitas- italianos, como Garibaldi ó españoles como Benito Pérez Galdós. Más, por encima de todo, mantuanos y cubanos
Un último detalle: Domenico Capolongo no ha estado jamás en la Mantua cubana.

Hoy, elecciones en Mantua.

Hoy, elecciones en Mantua.

Mantua. Domingo 21, 2012. Desde las siete de la mañana de hoy domingo los 84 colegios electorales de Mantua abrieron sus puertas para elegir a los delegados que representarán a los habitantes del territorio en  la Asamblea Municipal del Poder Popular.

Luego del procedimiento de apertura, las mesas electorales recibieron a los electores.

Cerca de 18 mil Mantuanos acudieron a las urnas para elegir los delegados a la Asamblea. Si algunos de los nominados  no lograran más del 50 por ciento de los votos, irían a segunda vuelta a realizarse el 28 del presente mes.

En el territorio mantuano fueron nominados 125 candidatos, de ellos 40 mujeres y 33 jóvenes. Como de costumbre, los pioneros de la localidad fueron los únicos custodios de las urnas.

La tierra que yo amo.

La tierra que yo amo.

Para muchos puede parecer contradictorio, dicho así, como lo expreso. Algunos fruncirán el ceño y los más incrédulos- guasones ellos- sonreirán retorcidos para calificarme de loco, aprendiz fracasado de filántropo, efectista en busca de atención o, simplemente, "jalador de leva".
Cuando tenía cinco años, vine al pueblo de Mantua por primera vez y, las vetustas casas, las calles- callejuelas- las luz eléctrica, el frozen de chocolate que me provocaba la "punzá" del guajiro y los taxis Toyota parqueados frente a la Terminal, plena de guarandingas- especies de camiones adaptados para ómnibus que se montaban por detrás- me asomaron a un infinito irreal como no había conocido entre mis prados y mis palmas, rodeado de chivos y yuntas de bueyes, bebiendo leche de vaca en una lata de peras, directo de la ubre, temprano en la mañana, después de la caminata intentando seguir el paso a mi viejo entre las hierbas que me empapaban de rocío.
Cuando cumplí seis, me mandaron a la escuela del pueblo, para que estudiara. Allí me enfermaba de nostalgia de lunes a viernes; añoranza que curaba mi abuelo cuando aparecía en el dintel del aula, al final de la semana, y la maestra me anunciaba: "Lázaro, recoge que te han venido a buscar"… y de nuevo a mi libertad de potros cerreros, pajarillos cantores en los árboles, mamoncillos agridulces disputados a mi abuela, guanábanas inmensas que caían desparramadas y cacerías en los espesos bosques de Santana, donde me llevaban los mayores porque, "yo, ya era grande".
Un buen día, mi viejo comprendió que aquella dicotomía de idas y venidas, sin arráigo, en nada me hacía bien y decidió mudarse al pueblo; yo, con mi afición al canto y a los dibujos, culminé la primaria y me bequé en la Escuela de Artes de Pinar del Río para hacerme pintor, profesión frustrada que recuerdo con cariño. Andando y andando, adquirí herramientas intelectuales que un chico de mi edad ni remotamente imaginaba y, como no pude ingresar en la ENA me fui de nuevo a Mantua para estudiar en un preuniversitario. Eran tiempos de abundancia- o despilfarros- pero, era feliz; pertenecía a una generación que leía a Martí, escribía poemas, plantaba vegetales en la mañana, estudiaba en la tarde y enamoraba con Enmanuel y José José, desde la penumbra del pasillo aéreo de la escuela, donde robábamos los primeros besos y experimentábamos las primeras pasiones de la juventud.
Nunca perdí el sentido vehemente del guajiro por la finca. Hasta hoy conservo la añoranza por la lluvia, para ventear el olor a tierra y no he dejado de comportarme como el perro criollo que otea el horizonte para saber quién viene, y sí es amigo, o enemigo.
Cuando culminé el preuniversitario, me fui a estudiar inglés, para hacerme maestro de esa lengua, de la que- pensaba- conocía algo y la que, en verdad, me costó esfuerzo dominar pero, guajiro testarudo, al fin, lo hice.
Casi conmigo, en mi vida universitaria, el Periodo Especial, que Freddy, un profesor de fonética, calificaba, ingenuamente, como, "un tiempo idóneo para la distensión laboral, comer frutas y vegetales y leer un buen libro". Pronto se me acabaron los tres o cuatro pitusitas que mi tía comprara al primer pichón de universitario que despuntaba en la familia y- que me perdonen los zapateros- no me quedó otro remedio que hacer mis propios fonkis de petos de soldar o maletines viejos, con suela de cámara de tractores cocidas a mano. Por aquella época mi patrimonio consistía en cuarenta pesos de estipendio, más veinte que me daba el viejo para la semana, una novia de ojos verdes y mi carrera de hablante de inglés que, con creciente perseverancia en la gramática, la audición y los textos escritos, se me daba, aunque nunca había cruzado palabra con nativo alguno. ¡Y a mucha honra, compay!
Fueron años en los que, mis compañeros de la universidad me eligieron su presidente de la FEU, los tiempos de mayor agresividad a la patria y también los de mis noches metido treinta metros bajo tierra, de voluntario en los túneles populares que construíamos dentro del instituto para defendernos, si osaban atacarnos. Tiempos también de uniforme verde olivo por temporadas, la dura pista de un aeropuerto militar por lecho y la PpSh en ristre. También mi única vez, casi pegadito a Fidel en el Palacio de las Convenciones, y mí primer y único vuelo en avión, directo a Guantánamo para un forum de ciencias pedagógicas.
Al graduarme, me fui a la Isla de la Juventud, a enseñar inglés a jóvenes de América y África. Conocí historias, sufrí las mismas nostalgias que no me atacaban desde niño y viví, como pocos guajiros, la soledad y las estrecheces a la que, los de acá abajo, no estábamos acostumbrados. Un guacho de Mantua, puede escapar sin luz eléctrica y agua fría; pero no puede dejar pasar una semana sin un pedazo de carne de puerco, arroz, frijoles y funche bien amarillo, de ese que dice en la olla, put., put., put. (Sin afán de malas palabras, porque así es como suena cuando la candela lo pone a punto para servirlo con leche de vaca)
Imaginen, lejos, añorante, con un puñado de hambre de las cazuelas de mi vieja, rodeado de dramas y también de proezas humanas, con apenas veintitrés años, una mochila repleta de sueños sin cumplir, un amor casi platónico en Pinar y un solo pantalón decente. Hoy se que, sin imaginarlo, en esa etapa me hice verdaderamente hombre, y aprendí el valor de la fidelidad, la importancia de no tragar completo, la necesidad de ir, algunas veces, a contrapelo, lo imprescindible que resulta defender los sueños- por absurdos e inalcanzables que puedan parecer- y lo supremo del agradecimiento humano. En alguno de mis viajes nocturnos en el ferry, escuché la historia de un negro, de sesenta años, estibador con peritaje médico que, en una de esas colas extenuantes de aquellos lustros grises, partió derecho para dos turistas que fotografiaban la necesidad de un pueblo decidido a resistir, se abrió la camisa y les soltó a la cara:
"Miren, tiren fotos para este pecho, para esta operación, para que vean que en cuba hay problemas, pero regalan corazones."
Aquella historia, cierta o no, no sé por qué, caló tanto en mi y definió mis concepciones del equilibrio hasta tal punto que hoy, cuando pienso cuan difícil puede ser la vida y cuantas metas personales se quedarán en mi gaveta del olvido, me abochorno y me llamo a capítulo por la debilidad, tan, pero tan humana, de dudar, cuando lo que he de hacer, es luchar.
Después de dos años- una vez más- regresé a Pinar del Río, a mi Mantua, al único lugar del mundo donde no sería jamás un profeta; al rincón que, unas veces me ama y otras, me enseña los dientes y del que, ¡OH, asombro!- no puedo desprenderme.
De entonces acá, me he enfermado de nostalgia un millar de veces más. En octubre del 2006 me fui a La Habana, a un evento internacional en la Casa de las Américas y, luego de diez días de éxitos profesionales y mucha congoja espiritual, pese a las atenciones que recibí en casa de mi amigo Pitaluga, la víspera de tomar el ómnibus para el regreso, recogí mis bártulos y me fui a la Terminal porque, así ya estaba viajando para el poniente. Me despertó el olor a pinos, a hojarascas recién lavadas y, supe, definitivamente, que hay quienes nacen con un fragmento de tierra en el pecho que los ata para toda la vida. Yo, soy uno de esos.
Al principio, aclaré, que muchos me criticarían, sonreirían socarrones, incrédulos de esta matraquilla personal, y estoy dispuesto a soportarlo. Otros, espero que, la mayoría, después de leer estas líneas, no podrán dejar de pensarse a si mismos, recorriendo los vericuetos de historias comunes, de sueños comunes, de añoranzas comunes, por una heredad de imanes que nos convoca desde lo más profundo del corazón. Ese lugar que no dejamos de imaginar, el mismo que nos llevamos a la cama, con la esperanza de soñarlo cada noche.
Tonterías… puede ser, pero son las tonterías que amo, la ideología más convincente que puedo esgrimir, la intransigencia con quienes ofenden el verde de mi isla, la razón por la que afronto sereno las consecuencias diarias de mis irreverencias y mis contrapelos y por la que, definitivamente, daría gustoso la vida, con una sonrisa en los labios.
Muchos me comprenderán.

Culminan en Mantua seminarios de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC)

Culminan en Mantua seminarios de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC)

Las medidas aprobadas para eliminar la subordinación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) a las empresas estatales, encontraron eco en la capacitación de los directivos de esas entidades en el municipio de Mantua, de la occidental rpovincia pinareña.

Las modificaciones aprobadas por el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, perfilan el fortalecimiento del trabajo en estas unidades productivas, hasta entonces atadas a trámites que reducían su accionar económico y mermaban sus resultados.

Las acciones de instrucción se concretaron mediante facilitadores de la Escuela Provincial de Ministerio de la Agricultura, radicados en el territorio. En los seminarios participaron, presidentes y otros administrativos de estas entidades.

La capacitación en cuestión, aportó conocimientos que ponen a las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) en posición de accionar con independencia, mantener una real y estrecha vinculación del hombre con su área de trabajo, estimular el interés por la actividad que realiza y asociar los ingresos a la producción obtenida.

En la actualidad, Mantua cuenta con cuatro Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) dedicadas a la ganadería.

Asociación de Economistas de Cuba en Mantua pasa revista a su gestión

Asociación de Economistas de Cuba en Mantua pasa revista a su gestión

Previo al VII Congreso de la Asociación Nacional de Economistas de Cuba (ANEC), los profesionales del ramo en el municipio de Mantua pasaron revista al trabajo de su organización, desde la acción de base aplicada al desarrollo de sus entidades.

Problemas reiterados con la producción de alimentos y el déficit presupuestario que arrastra el territorio demostraron cuanto ha de hacer aún la Asociación de Economistas, para jugar el papel que le corresponde en la economía local.

En los debates de las comisiones, quedó demostrado que el asesoramiento y los planes de capacitación son insuficientes y poco ajustados a las necesidades reales de las entidades de base, si se quiere contar con expertos que solucionen problemas y estimulen el avance.

Inseguridad e incertidumbre fueron los términos empleados por los reunidos al referirse a la elaboración de proyectos de desarrollo humano local relacionados con la Agricultura. Al respecto se conoció que seis proyectos aprobados por diversas instancias interesadas permanecen en la actualidad sin ejecución por ausencia de financiamiento. Si se tiene en cuenta que Mantua es eminentemente agrícola y ganadera, la incongruencia de esta cuestión se transforma en brecha que en nada beneficia la economía local o del país.

El tema incluyó un análisis relacionado con la pérdida del estatus de empresa, de la pecuaria Emiliano Zapata, y la incidencia negativa de esta cuestión para el desarrollo local.

Cerca del VII Congreso de la Asociación Nacional de Economistas de Cuba (ANEC), se hace evidente la necesidad de respuestas efectivas por parte de los profesionales de la economía para garantizar que la instrumentación de los lineamientos aprobados por el VI Congreso del Partido, constituya el proceso de verdaderos cambios económicos que necesita el país.

El Municipio de Baja.

El Municipio de Baja.

(Con el asesoramiento de  José M. Barrios)

Cuando el 10 de diciembre de 1857 Antonio de Quintana, Bartolomé Aulet y Pedro de Elizagarate solicitaron al Capitán General de la Isla la creación de una Alcaldía Mayor en Mantua jamás imaginaron la suerte que correría la zona de Baja, la que,  posterior al 1 de septiembre de 1866, surgió como municipio. Esta fecha marca la creación oficial del Ayuntamiento mantuano y con éste la dependencia en todos los órdenes de Baja al nuevo consistorio.

Baja se encuentra ubicada en lo que ahora es el límite de Mantua y Minas de Matahambre, justo al norte. Los libros de actas del Antiguo Ayuntamiento narran de forma un tanto borrosa todo el trayecto recorrido por el territorio de Baja después de 1866. Al percatarse de las iniciativas de sus vecinos mantuanos sus habitantes quisieron ser independiente en el plano jurídico y según se recoge en los libros antes mencionados,  Baja logró ser un municipio antes que  Mantua conquistara sus primeros éxitos como primer partido de la región.

Hoy conocemos de haciendas ganaderas, vegas de tabaco, hornos de cal y hasta el intento de un ingenio azucarero en esa tierra casi olvidada. Según cuentan los de más edad, Baja sirvió de refugio a las autoridades españolas en 1896 cuando Maceo trae la guerra a occidente,  y al incendiarse el poblado mantuano el 22 de febrero de ese mismo año, muchas familias se resguardaron allí:  por eso en la actualidad se conservan casi todos los libros del ayuntamiento.  En esos momentos ya no era una municipalidad.

Según Emeterio Santovenia, ese estado de cosas duró poco tiempo, es posible que apenas algunos meses, pero lo cierto es que hasta nuestros días han llegado incontables documentos que prueban la existencia de una próspera comarca; fe de ello dan las actas de nacimientos y defunciones conservadas en el Registro Civil del la cabecera municipal.
Un elemento de vital importancia nos ayuda a comprender mejor ese pasado y es que allí existió quizás uno de los primeros cementerios del noroccidente.  El tiempo ha hecho sus estragos  en lo que queda del campo santo, pero las tumbas en las que reposan muchos de nuestros ancestros se distinguen sin dificultad. Las obras de construcción del mismo fueron de las mejores y más tratadas, incluso comparadas con las del cementerio de Mantua.  Hoy la  naturaleza impide recorrer  la totalidad de su superficie y el desinterés humano contribuye a que desaparezca un extraordinario  pedazo patrimonio de nuestra historia colonial.
Después del triunfo de la Revolución Baja quedó deshabitada. Muchas familias trasladaron sus hogares a Mantua y otras a Minas. Allí quedó abandonado a su suerte todo lo que formó parte de esa jurisdicción. Hoy solo existen las ruinas y los recuerdos que cuentan los abuelos. Lo más curioso es que hasta el momento ninguno de los dos municipios (Minas y Mantua) han decidido rescatar el valor patrimonial de las construcciones que sobrevivieron a los estragos de la naturaleza, el tiempo y el hombre. Allí reposa parte de la identidad de mantuanos y mineros;  salvando lo  que queda contribuiríamos a preservar  la memoria del  sitio que guarda nuestras raíces.

El Certamen de simpatías en las Fiestas Patronales de Mantua

El Certamen de simpatías en las Fiestas Patronales de Mantua

Uno de los eventos más sui generis de las Fiestas Patronales mantuanas de los años 50 fue el Certamen de Simpatías, en el cual por medio del voto popular se seleccionaban las muchachas más bellas, emotivas y gentiles del municipio.

Se trataba de un evento  orientado al disfrute del culto a la belleza externa e interna, a los buenos deseos, y a la reafirmación de la personalidad Mantuana, según los cánones de la época.

El Concurso celebrado en 1952 fue quizás el de mayor realce de entre los efectuados.

El 5 de julio de 1952 Ecos de Mantua publicó un artículo titulado: GRAN CONCURSO PARA ELEGIR LA REINA PATRONAL DE MANTUA MN. EN 1952.

Planteaba la publicación que la elección se verificaría por medio de votos emitidos, para los cuales se editó una tarjeta , puesta al alcance de la población con lo que las jóvenes Mantuanas de cualquier posición social tendrían la oportunidad de ser elegidas.

Como únicas condiciones impuestas por los organizadores, figuraban ser vecina del municipio, gozar de un buen concepto público, ser soltera, con más de 15 años y alcanzar, para figurar ante el jurado, un total de 500 votos válidos.

El jurado del evento seleccionaría una Reina y su Corte de cuatro Damas, las cuales figurarían en ese orden por el número descendente de votos acumulados. Los negocios y comercios patrocinadores premiarían a las damas seleccionadas con artículos, telas, vestidos, etc.

Ese año de 1952, formaron parte del jurado, el presidente del Patronato Por Cuba y por un Mantua Mejor, el Inspector Municipal de Agricultura, el Director de Ecos de Mantua, el Presidente de Unión Club, de Arroyos, el Presidente del Club de Dimas y el Presidente de la Junta de Educación


El Certamen de Simpatías suponía también una serie de actividades sociales con las jóvenes seleccionadas, como eran banquetes, recepciones y presentaciones públicas.

Para el paseo de la reina patronal y sus damas, se confeccionaba o gestionaba fuera del territorio una especie de carroza en la cual se realizaba el recorrido de este singular cortejo por las calles principales de la villa.

Al paso del carruaje el pueblo vitoreaba a la reina y su corte, las que, mostrando extrema parsimonia y poses graves saludaban a ambos lados.

Mirando objetivamente esta faceta de las Fiestas Patronales Mantuanas, llegamos a la conclusión de que el Certamen, alejado del carácter religioso en su esencia, era  otra iniciativa que daba realce al tono cívico de las festividades- salvando distancias.
Por otra parte, el impulso social que alcanzaron las fiestas con el Patronato se manifiesta  con este acto que de alguna manera imbuía a toda la colectividad, desde la selección de la reina y sus damas, hasta los paseos, pese a que partía de una idea de élites.

Las Fiestas Patronales no existen hoy día más que en la memoria de aquellos que las vivieron intensamente, colaboraron en su realización, o simplemente participaron de ellas como una de las mínimas opciones que en aquellos tiempos podían disfrutarse, con relativo bajo costo para las maltrechas economías de los guajiros y pobladores de nuestra villa.
Estas actividades cívicas, de forma intrínseca, más allá de lo pomposo y de la suma brillantez, tenían diversidad de matices sobre los cuales es necesario detenerse brevemente .

Las personas de color participaban de la misa, la procesión, del certamen de simpatías y de las actividades feriales que se ofrecían con motivo de la celebración, pero no de los bailes exclusivos de la sociedad blanca.
Para este fin, tanto en Dimas, en los Arroyos y en Mantua, existían locales para la llamada sociedad de color, donde dichas personas realizaban sus bailes y actividades sociales. En los campos, con motivo de la festividad, también prevalecía esta división de razas, realizándose los mismos en casas de tabaco, donde se dividía el mismo baile, con la misma orquesta, pero con una cuerda separando los blancos de los negros. .

Es un hecho cierto el carácter popular que tenían las diversas actividades que se preparaban los días de fiestas, así como la procesión  de la virgen por las calles de la villa y el paso de la reina y sus damas; sin embargo, la exclusividad de los bailes, la exquisitez de las recepciones a las personalidades, el disfrute diferente, el ángulo de visión opuesto respecto a la participación de los negros y mulatos en las sociedades y clubes que ofrecían sus servicios durante las fiestas son hechos que conspiraron contra la superviviencia de las mismas.
En otras palabras: el divorcio social, pese a los esfuerzos y las buenas intensiones, contribuyó en nuestra opinión, a la desaparición de la tradición blanca.

Las hipótesis más facilistas y justificativas apuntan hacia el lado que hasta el momento no a polemizado el tema: el factor Revolución en el Poder. En este sentido un porciento de personas atribuye el hecho de la desaparición de la festividad cívico- religiosa a las diferencias surgidas con una parte del clero católico radicado en Cuba, el que,  desde posiciones ultra conservadoras no aprobaba las medidas revolucionarias tomadas en beneficio de las amplias masas populares.

Es conocido que el Gobierno Revolucionario no se dejó provocar por los personeros de una política eclesiástica desfavorable al proceso social que se desarrollaba y trató con sabiduría la cuestión religiosa, observando un estricto respeto hacia las labores del culto religioso y sus feligreses.

No existe la más mínima evidencia histórica documentada u oral de la prohibición oficial de este evento; para analizar las causas de su desaparición a gran escala, es necesario centrar la atención en el hecho de que, aunque tenía un carácter cívico su esencia era marcadamente elitista y su organización corría, no solo por medios de la Iglesia Católica, sino también por los pequeños y medianos comerciantes, en su mayoría adeptos a gobiernos anteriores, quienes vieron el proceso como un freno u obstáculo inesperado a sus estilos de vida y optaron por la ruptura y la pasividad en todas las esferas de la vida social que se proyectaran fuera de sus portales.

Algunos permanecieron en la villa, otros abandonaron el país en las décadas de los 60 y los 70, por lo que los conocedores del verdadero know how de las fiestas Patronales, se diluyeron en sus propios puntos de vista, sus enclaustramientos o sus rupturas, ya mencionadas.
Otro elemento que influyó en la decadencia del carácter cívico de las Festividades del 5 de Agosto, fue, desde mucho antes del triunfo de la Revolución, la muerte, en 1955, de León Brunett, hombre de letras muy ligado al Patronato Local, fundador del Comité de Acción Pro Mantua, en la Capital del País, quien fuera además dueño del periódico Ecos de Mantua, en el cual dio, junto a sus colaboradores, la extensión, el redimensionamiento social y la publicidad a gran escala del 5 de Agosto.

Con la muerte del doctor Brunett, muchos de los proyectos Mantuanos, decayeron sensiblemente;  entre ellos desapareció el periódico, redujo su influencia el Patronato Local, hasta casi desaparecer en términos de su actividad y se sumió la vida Mantuana de los últimos años de la década del 50 en un letargo profundo despertando solamente con algún hecho inusitado, casi siempre producido por la acción de la lucha revolucionaria que se desarrollaba en toda la isla.

La celebración del 5 de agosto, se siguió llevando a cabo, pero sin las pompas de antaño, hasta que regresó al calor de los anchos muros de la Iglesia Mantuana y a los altos puntales de las casonas, para volver a ser exclusiva de los creyentes o devotos de la virgen que la han continuado adorando hasta el presente, dentro del magno claustro y en sus propias residencias.

No obstante, la costumbre festiva emanada de aquellas fastuosas fiestas cívico – religiosas, tomó derroteros alternativos a la luz de los nuevos cambios sociales.

Si posterior a 1959, un grupo reducido de la sociedad Mantuana optó por las formas antes mencionadas, la gran mayoría de la población no estuvo dispuesta a declinar el carácter cívico de las festividades, que era, en definitiva,  lo que movía los amplios sectores del público los 5 de agosto.
En tal sentido,  podemos mencionar, a nuestro juicio, cinco formas festivas en las cuales la población en toda su extensión dio continuidad a las fiestas.

En primer lugar, el hecho cierto de la celebración familiar del 5 de agosto, especialmente en el seno de aquellas familias en cuyos miembros más antiguos que aun viven, y en los que la tradición continúa enraizada. Se mantiene la festividad entre parientes y amigos, luego de los rituales religiosos, los bautismos, las comuniones, etc. Permanece la reunión familiar, la comida criolla, el coloquio y el intercambio.
Como antaño, acostumbran a estar presentes los familiares de La Habana, quienes se trasladan hasta Mantua para la ocasión.

En segundo lugar, la celebración de festividades como la Fiesta del Tayuyo
en Montezuelo, de la cual la tradición popular cuenta que, fue una usanza surgida en 1895, como parte de un intento por estimular la siembra del maíz, convirtiéndose posteriormente en una extensión de las fiestas patronales de Mantua, a realizarse en el mes de Agosto y de cierta manera manifestar adoración, agradecimiento y simpatías a la Patrona Mantuana. La fiesta del Tayuyo, devenida, como ya referimos, extensión de las fiestas de Nuestra Señora, se realizó hasta 1901. En 1970, se rescató la tradición hasta nuestros días, manteniendo su carácter cívico.

En tercer lugar, existe hoy día en Antúnez, poblado cercano a Montezuelo, un pequeño santuario dedicado a Nuestra Señora de las Nieves, objeto en el presente de peregrinación de los devotos de Mantua y Montezuelo. Los 5 de Agosto, un considerable número de fieles se traslada hacia el sitio referido y hacen ofrendas, votos y promesas ante la imagen de la Santa.

En cuarto lugar, las llamadas Fiestas de la Virama, en las que ha prevalecido el Certamen de Simpatías donde, se seleccionan las jóvenes más bellas, se les premia, corona y enaltece.
Estas fiestas, desprovistas de un sentir religioso, heredaron el aire nostálgico de aquellos tiempos, la tradición personal de aquellos primeros pobladores con inquietud de progreso, orgullo netamente mantuano y la pródiga versatilidad guajira que nos hace estar detenidos en el tiempo cuando vemos el desfile, las canciones y el espíritu que se apodera de las mismas.

En quinto y último lugar, debemos mencionar los Carnavales del verano, los que inicialmente se realizaban en agosto, pero debido a los problemas económicos enfrentados por el país en las últimas décadas se han subordinado a cronogramas provinciales, manteniéndose no obstante, tres días de fiestas.

(...)

El parque de las Madres de Mantua.

El parque de las Madres de Mantua.

Por los últimos meses de 1951, la Profesora de Instrucción Pública, Señorita, Gladys Morejón Soria, villareña de cuna, radicada en La Habana y ocasionalmente residente Mantuana, de la calle José Martí, propuso erigir un monumento dedicado a las madres de nuestra villa. Fueron tanta devoción e insistencia que los vecinos organizaron una comisión para recaudar fondos, los que en pocos meses resultaron suficientes para tan noble obra.

La Señorita Morejón, en persona, contrató los servicios del escultor, Tony López, un habanero que puso afán sincero en la obra encomendada, terminándola en el temprano abril de 1952.
En mayo, Antonio Capín, uno de los vecinos más célebres de nuestro pueblo se trasladó a La Capital, contrató un porteador y se fue hasta el domicilio del escultor de marras, donde embaló personalmente la estatua de “Las Madres” y se trasladó con ella por ferrocarril hasta Guane, donde arribó a las doce de la noche del siguiente día.
Una vez en la estación, otro Mantuano: Severo Serranos, lo acompañó en la vigilia, hasta que, en el camión de Carlos bordón, dedicado al tiro de madera en la zona, la trasladó hasta Mantua hasta depositarla en el mismo sitio donde fue erigida días después.
Aquel señor, Carlos Bordón, no quiso cobrar nada por su acción, argumentando que “’el también quería aportar un granito de arena a tan noble causa”
El sitio elegido, en el cual todos los Mantuanos de ayer y de hoy, disfrutamos de la pose tierna de la obra escultórica, está ubicado siguiendo la calle José Martí, a unos 700 metros del Monumento al Soldado Invasor, adentrándose en la Villa, a la derecha, en lo que todos se han dado en llamar “La curva”.
Cuentan los mayores que el pedazo de terreno escogido tenía un declive muy pronunciado, por lo que fue necesario rellenarlo y compactarlo reiteradamente para lograr el nivel adecuado.
Alrededor de la estatua de 146 centímetros, que representa una madre amorosa sosteniendo un niño en sus brazos, se situaron bancos semicirculares y aceras para el disfrute del lugar.
El once de mayo de 1952, día de las madres; en las primeras horas de la noche, con la presencia de las autoridades civiles y militares de la villa, alumnos de las escuelas públicas y demás pobladores se inauguró el primer Monumento de Homenaje a las Madres del Poblado y el Municipio.
Los niños recitaron poesías alegóricas y la consagrada maestra, Josefína Muñiz Carrillo, recitó entre sollozos y lágrimas, sus versos del alma.
El niño Francisco Peláez Quintana, vástago de la más antigua familia del poblado,  leyó a manera de resumen un bello discurso que,  junto a su ejemplar maestro, Roberto Carbonell Fors, preparó para la ocasión.
El 5 de agosto de 1952, con motivo de las fiestas por el Día de la Virgen, fue plantada una ceiba  en el cause de una profunda zanja que limita el parque por su izquierda, entrando al mismo. Estuvieron a cargo de este simbolismo los alumnos y maestros de las escuelas públicas de entonces.
A partir de la inauguración del monumento, durante cada año, el día de las madres, por medio de la Junta de Educación, se reunía el pueblo para rendir el homenaje a las Madres Mantuanas representadas en la efigie.
Al triunfo de la Revolución esta tradición la retomó, hasta nuestros días, el Comité de Defensa de la Revolución, Antonio Rojas, de la referida demarcación.

Dulce y desafiante al paso del tiempo, se yergue el tótem de Las Madres de Mantua, protegido por los poderosos gajos de la ceiba que nació junto a ella, para la posteridad, y orgullo de todos nosotros.