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De las raíces del árbol

De las raíces del árbol

Vivo al pie de una ceiba- God tree- incluso así reconocida en los países del Caribe anglófono. Gigante vegetal con casi doscientos años, imponente fuste que sube a los cielos y extiende su copa verde- oscura sobre tres viviendas, y un poco más; sombra fresca, oxígeno vivificante que, si observo bien, veo fluir, de tanta energía que irradia mi árbol.

Muchos preguntan por los ciclones y la ceiba, y yo, sonrío y digo que, todo bien, y más: que si no fuera por ella, hubiésemos sufrido mucho más. Vientos huracanados entre sus ramas poderosas, hojas lanzadas con la furia de un cometa, árbol que se comba y resiste.

Tronco poderoso, flexible, dueño de leyendas urbanas, motivo de ofrendas que, sin las poderosas raíces que lo sustentan, poco podría hacer, como no fuera caer arrastrado por los vendavales o los vientos ridículos de lluvias anunciadas. El secreto de la ceiba que cobija mi morada está en sus raíces, más poderosas que el tronco, allá en las entrañas de la tierra, entre los humedales del suelo, donde, animales y plantas compiten con sus esfuerzos sostenedores, incluso, donde herramientas y aceros talan, cortan, penetran- despiadados- para suplir necesidades inciertas.

Cuentan que la raíz principal de la ceiba es un poco más que el mástil del tronco; pivote central que reta al movimiento, ancla profunda que asegura la nave. Las benévolas raíces laterales se extienden decenas de metros. No dañan las viviendas, no levantan los pisos, no destruyen cimientos, pero sostienen.

La vida humana organizada en sociedad debía transcurrir como la misma existencia de la ceiba que me cobija.  No puede haber sociedad que aspire reverdecer, erigirse poderosa, próspera, sin no destina el esfuerzo supremo a las raíces que, definitivamente, la sostienen. Dígase comunidad, pequeño barrio, Alberto, Eugenia y ya se habla de raíces. Muchos encumbran el pensamiento que engloba las grandes estrategias, en verdad, necesarias, pero olvidan que, en la particularidad que subyace entre la hojarasca está la clave para materializar las supremas ideas.

Hay una contradicción, descubrimiento de estos tiempos, estrategia antigua que llevó al emperador romano, Adriano, a retirarse y construir un muro que, por cierto, terminó derrotándolo: ideas que ponderan la particularidad, la base, de repente, dejan de funcionar. Recursos que escasean, escenarios desfavorables, si, pero también, la desestimación del potencial de las raíces. No hay límites a la capacidad humana para imponerse, si de la mano de tal poder se sitúa el estímulo moral que no ha de abandonar a los que permanecen al pie del cañón, torsos desnudos, proyectiles en mano.  Aunque la pieza haya sido dañada por la metralla, ellos encontrarán la forma de hacerla funcionar, apuntarla al enemigo, y disparar. Solo que, no hay que abandonarlos.

Entre las fábulas de Esopo hay una que ha marcado esta forma de pensar. Contaba el Griego que, un día, los brazos sintieron celos del estómago. "Recibe los mejores vinos, los más deliciosos manjares y no trabaja; en cambio nosotros hacemos las labores difíciles, protegemos, plantamos y nadie nos obsequia".  Así pensaban por lo que decidieron asesinarlo. Esperaron la llegada de la noche y lo apuñalaron. Una hora después, los brazos habían muerto.

Nadie puede sobrevivir sin la sinergia que nos hace mecanismos;  los árboles sin raíces no darían flores y frutos, el hombre sin la mujer- y viceversa- no perpetuaría el género humano, la vida se extinguiría sin los molestos insectos, las plagas nos destruirían sin criaturas como el sapo y la rana,  y la sociedad fracasará irremediablemente si, empeñada en las grandes ideas,  relega los pequeños proyectos,  estímulos de la minoría- mayoría, motores subestimados, sin los cuales, la gran maquinaria no es más que una mole de ruedas dentadas y aceros oxidados.

Historias de mi tierra: el entierro en la barranca.

Historias de mi tierra: el entierro en la barranca.

Montemalo es el nombre de la finca donde crecí. Perdida en la inmensidad vegetal del norte de Mantua, Montemalo era solo un nombre: lugar de naturaleza hermosa y agreste, frutales y ganado, cultivos y ranchos guajiros adornaban el paisaje del lugar donde transcurrió mi infancia.

Fui adoptado por los abuelos maternos. De modo que, hasta los cinco años, viví la vastedad de mis campos como electrón libre, chispazo de luz y bocanada de aire fresco. Tiempo feliz de temprano despertar y correrías descalzo tras el abuelo para beber la leche de las vacas, allí mismo en el ordeño; las tardes, a caballo por los senderos, o persiguiendo codornices en medio de la sabana. En los meses de verano, con calor insoportable, derecho al río con un saco de mangos machos, y mi abuela sentada en la corriente bajo las pomarrosas mientras yo, chapoteaba en la charca poco profunda, rodeado de una corte de frutos pintones.

Tiempos y lugares felices que un día abandoné para estudiar en Mantua; el rechazo inexplicable de mi abuelo a las escuelas rurales, me hizo cambiar de vida y, a la vuelta de unos cuantos años, él también me siguió; la familia se reunió en la villa, dejando atrás todo cuanto nos hizo felices.

El viejo se dedicó a la carpintería, yo, a los estudios y la vida continuó su curso.  A mediados de los años 80 comenzó la fiebre del oro. No, no la clásica  fiebre del oro de Klondike, algunas veces denominada la fiebre del oro del Yukón o la fiebre del oro de Alaska, sino la de los buscadores locales, armados con una suerte de varillas imantadas que  manejaban entre dos. Colocadas en las palmas de las manos, las varillas "aprovechaban" las características eléctricas de los cuerpos y "localizaban" metales bajo tierra.

Nadie puede afirmar que la teoría estuviera errada. Algunos encontraron potes de vidrio llenos de monedas de plata enterrados medio siglo atrás por comerciantes de la villa. Coincidencia o milagro de las varillas, lo cierto es que, el pueblito se llenó de hoyos y "mineros" armados de barras, piquetas y azadones, tratando de encontrar la fortuna deparada.

Por esos días el abuelo nos contó un secreto que lo torturaba noche tras noche desde sus años mozos. Soñaba con un entierro de oro en el paso de las carretas, en su antigua finca, por donde el río amainaba su corriente bajo la bóveda arbórea. Tres tinajones repletos de monedas doradas yacían a una profundidad de dos o tres metros en una de las márgenes del vado.

La decisión fue sencilla: ¡Vamos a sacarlos!

Una madrugada cargamos el Cabriolet, herencia de un americano que vivió cerca de nuestra antigua morada, enganchamos el caballo y nos fuimos a lo del tesoro: mi abuelo, su hijo mayor, uno de sus yernos y yo.

Para mí, la aventura; para ellos, la posibilidad de hacer realidad sus propios anhelos.

El panorama de mi infancia nos recibió. Los cimientos de la casa, el brocal del pozo cubierto de malezas, frutales inmensos que un día viera plantar y el eucalipto del lindero meciéndose en la brisa.

Bajamos al río con los primeros rayos del sol y esgrimimos las varillas imantadas. ¡Efectivamente! Enhiestas se empinaron como si una fuerza sobrenatural   tirara de ellas. Avanzamos tras el rastro indicado y en un recodo, la flecha se tornó rombo: habíamos llegado al lugar y de inmediato, comenzamos a cavar.

La tierra suave destilaba agua y pronto la furnia sobrepasó los dos metros. Miradas expectantes, pocas palabras y el martillar sordo de la coa sobre el fangoso lecho. Algo sonó firme, como a madera antigua.

¡Aquí está!

Unos picazos más y aquel aroma recorrió el cauce en oleadas. No era el olor de los  frutos y las pomarrosas en flor; era una esencia profunda, desconocida, inquietante, de esas que solo pueden sentirse cuando olemos el pelo recién lavado de una joven, en la frescura de una tarde de brisas.

¡Perfume, perfume!

Los pájaros del monte callaron y una calma chicha se extendió por sobre el río y el bosque. Nosotros, nos miramos, y sin palabras recogimos las herramientas y subimos la barranca.  Todavía mudos de estupor, enganchamos el caballo y nos marchamos de aquel lugar.  Mi abuelo murió en la primavera del 2011 y jamás mencionó su sueño.

Todavía pienso en la fragancia penetrante que nos invadiera aquella mañana, en el silencio de los pájaros  y en la fuerza incomprensible que nos expulsó de allí.

Puede que algún día regrese, decidido a cavar.

Hablando de desarrollo local e identidad.

Hablando de desarrollo local e identidad.

Los tiempos actuales han abierto el debate sobre el nexo urgente entre la identidad cultural y los procesos de desarrollo. Por regla general los seres humanos aspiran a una vida mejor en la que el fruto de sus esfuerzos, ya sean individuales o colectivos, generen la sensación de bienestar que todos coincidimos en llamar, desarrollo. En términos generales, tal tendencia a transformar los estadíos actuales en escenarios superiores, es el motor que expande las potencialidades humanas.

El desarrollo está ligado a dos elementos sin los cuales sería imposible asegurar metas a mediano y largo alcance: la identidad y la sostenibilidad.

Una localidad que aspire al desarrollo, debe estar visiblemente diferenciada e identificada, bien por sus rasgos culturales o por los sucesos económicos que manifiestan mayor preponderancia en su decursar histórico. También debe aspirar a que prevalezca su presencia y sus decisiones, especialmente aquellas que tienen relación directa con su propio destino.

Para que el desarrollo pueda calificarse de, sostenible, es necesario reforzar lo autóctono, que es consolidar la base autonómica sobre la cual hemos de erigir el proyecto social que pretendemos. Visto así, podemos convenir que, el desarrollo local sostenible debe ser reflejo fidedigno de la identidad del grupo humano que lo impulsa, porque de otro modo se pondrá en peligro la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus necesidades, partiendo de la génesis motivacional que impulsara a sus antecesores a colocar la primera piedra.

El fortalecimiento de la identidad cultural en el plano local y su relación estrecha con las manifestaciones artísticas de un territorio es uno de los retos mayores de la sociedad contemporánea, enferma de globalización tecnológica y tendente al desvanecimiento de lo autóctono frente al potencial invasivo de la llamada, cultura occidental y sus íconos, por lo que, el desarrollo endógeno, como modelo destinado a potenciar las capacidades internas de una comunidad, no es posible sin la identificación plena de los seres humanos con las metas materiales y espirituales que aspiran alcanzar. Muchos modelos y proyectos de desarrollo endógeno fracasan por la subestimación del colectivo y el individuo dentro del contexto cultural, social, político y tecnológico, frente al elemento económico.

De todos los cánones de la identidad conocidos no puede prescindirse de la identidad cívica relacionada con las características exclusivas de la localidad y la búsqueda de estímulos que despierten en la población actitudes de integración, favorecer la gestión de las organizaciones comunitarias y fortalecer la gestión institucional y financiera de las organizaciones locales.

Un elemento que confirma lo necesario de generar una identidad profunda en las comunidades que aspiran al desarrollo sobre bases endógenas es el destierro, cada vez más generalizado, de antiguos modelos relacionados con concepciones de desarrollo basadas en la inversión extranjera y en las teorías que sustentan el hecho improbado de que, las grandes ciudades al concentrar el crecimiento económico, propagan beneficios hacia las poblaciones de menor volumen.

El desarrollo Local, no estriba exclusivamente en factores económicos, e inversiones extranjeras o domésticas, sino también de la capacidad para reforzar los valores de identidad y pertenencia, fundamentalmente en poblaciones pequeñas de entre 9 mil y 24 mil habitantes, donde el “buen vivir” debe generarse a partir del esfuerzo horizontal de todos los factores implicados en el mejoramiento y el cambio.

El febrero de Weyler.

El febrero de Weyler.

Febrero de 1896 fue un mes infausto para Cuba. Cánovas del Castillo, por entonces presidente del consejo de ministros en España, desconcertado ante el fracaso de las armas peninsulares en la isla, destituyó a Martínez Campos al frente de la capitanía general del archipiélago y en su lugar nombró a Valeriano Weyler y Nicolau, el carnicero artífice de la Reconcentración.

Entre los escasos éxitos militares de su predecesor, Arsenio Martínez Campos, luego del estallido de Baire, estuvo la muerte funesta del Lugarteniente General Antonio Maceo y Grajales, hecho terrible para las armas insurrectas que, no obstante, no frenó el ímpetu de la guerra que continuó siendo particularmente intensa en el centro y el oriente de la isla, donde los generales, Julio y Agosto, alusión del generalísimo Máximo Gómez, a los meses de verano, destruyeron las fuerzas españolas, víctimas de enfermedades y las tácticas guerrilleras.

La impotencia del carnicero recién llegado de la península, produjo la política de reconcentración, materializada en el encierro forzoso en campos de exterminio, a la población rural del occidente cubano.

La historia del colonialismo español en Cuba recoge la oprobiosa proclama Weyleriana.

Todos los habitantes de las zonas rurales o de las áreas exteriores a la línea de ciudades fortificadas, serán concentrados dentro de las ciudades ocupadas por las tropas en el plazo de ocho días. Todo aquel que desobedezca esta orden o que sea encontrado fuera de las zonas prescritas, será considerado rebelde y juzgado como tal.

Queda absolutamente prohibido, sin permiso de la autoridad militar del punto de partida, sacar productos alimenticios de las ciudades y trasladarlos a otras, por mar o por tierra. Los violadores de estas normas serán juzgados y condenados en calidad de colaboradores de los rebeldes.

Se ordena a los propietarios de cabezas de ganado que las conduzcan a las ciudades o sus alrededores, donde pueden recibir la protección adecuada.

Alejar a los campesinos de sus tierras, resultó en la pérdida de las cosechas, la hambruna generalizada y las enfermedades propiciadas por las deplorables condiciones de salubridad en las ciudades hacinadas; tales calamidades, complicadas con el avance de la guerra que a todas luces continuaba favoreciendo al bando insurrecto, terminaron por diezmar a la población reconcentrada, a los propios habitantes de los pueblos y ciudades, y a las mismas tropas españolas.

Hoy es difícil determinar con certeza la cantidad de personas reagrupadas como consecuencia de las órdenes dictadas por Weyler. Se estima que para diciembre de 1896 unos cuatrocientos mil cubanos no combatientes fueron reconcentrados Se estima que más de 300 mil cubanos murieron en los campos de concentración creados por Valeriano Weyler, aunque algunos sitúan la cifra por encima de los 600 mil.

En marzo de 1898, Weyler fue retirado de Cuba, y Práxedes Mariano Mateo Sagasta, sucesor del asesinado Cánovas, envió a Cuba al general Ramón Blanco y Erenas, quien intentó una política pacífica, más obligado por las circunstancias que por su humanidad; aunque el precio que pagara el pueblo cubano fue inmenso, la lucha agotó al ejército español que hubo de mantener, inútilmente, sobre las armas, a miles de soldados, para cumplir con el slogan absurdo de aquella política de ultranza: “en Cuba, hasta el último hombre y la última peseta”.

Historias de Mantua. Crímenes insolutos.

Historias de Mantua. Crímenes insolutos.

(basada en hechos reales)

El 15 de abril de 1912, en un recodo del río Fundora, cerca del poblado de pescadores conocido por, Dimas, un montero encontró el cadáver del médico, Aureliano Suárez, flotando en la corriente. La guardia rural y el forense levantaron el cuerpo, aun en buen estado de conservación; solo las yemas de los dedos y los labios, presentaban heridas provocadas por los de peces y otras criaturas que habían comenzado el festín con la presa que el río les obsequió. El perito situó la hora de la muerte entre las nueve y las diez de la noche del día anterior. Un hematoma en la sien derecha del occiso, con hundimiento del hueso parecía ser la causa del fallecimiento. Esa misma tarde, el caballo del galeno apareció varias millas río abajo; según los de la zona, la noche antes había caído un chubasco y, al parecer, la bestia del doctor, asustada en la oscuridad, se espantó proyectando al jinete contra el borde pedregoso del río. Dándose por concluida la investigación el cuerpo fue trasladado a Dimas, entregado a los familiares y sepultado veinticuatro horas después en el campo santo de la localidad.

Dos semanas después, como si la muerte optara por cabalgar sobre el filo de la quietud montuna, el guajiro Juan Otero y su hijo de ocho años, aparecieron muertos, apenas media milla de donde encontraran al doctor. El espectáculo era dantesco; los cuerpos flotaban en avanzado estado de descomposición, junto a una cueva de caimanes. El veredicto de la autoridad fue simple: el niño cayó al agua y fue atacado por el animal; el padre acudió en su ayuda y pereció también. Ambos cadáveres fueron enterrados en una fosa común del cementerio de Dimas.

En las primeras horas de la mañana del 12 de febrero del 2013, un anciano que pidió el anonimato, me visitó en mi oficina de la corresponsalía para relatarme una historia que dejo, tal como la escuché, a consideración de mis lectores.

Majín Miranda- dijo- era un sargento político de la zona con fama de malas pulgas. Cuatrero, apostador y mujeriego, no le hizo gracia el amorío del doctor Suárez con una guajirita de Cruz del Pino a la que le tenía el ojo echado. Cincuentón y maltratado por la vida, era de suponer que no resultara del agrado de la joven. Llevaba Majín la frustración a cuestas cuando apareció el mediquito: rico, estudiado, bonitillo y prometedor para cualquier muchacha que quisiera salir de la miseria y abrirse otros caminos aunque fuera en un villorrio como Dimas, o a lo mejor, en Mantua.

Los celos carcomían a Majín, y mucho más, cuando supo que el doctor se entendía íntimamente con la montuna que, tres noches por semana, le abría su ventana para consumar el acto amoroso.

Revuelta el alma y a flor de piel los sentimientos más sórdidos, Majín Miranda decidió poner fin al idilio, de la única forma que sabía. Sin trama alguna de novela policíaca- así de simple- encomendó a su hijo mayor que diera muerte al médico; y el vástago, fiel astilla del madero paterno, ejecutó sus deseos. En un paso de yuntas, donde el río se hacía estrecho y la corriente rápida y poco profunda, lo esperó. Iba el médico Aureliano, en aquella noche encapotada, saturada de lluvia y frialdades, tan ensimismado en el regazo de su amada, que apenas sintió el golpe de la burda raja de leña que le quebrara el cráneo. El caballo, encabritado, lo lanzó al río que lo arrastró hasta donde lo encontró el montero.

Esa misma noche, Juan Otero y su hijo, “cuaveavan” en el río. Con un jacho de pino tea y una fija de ganchos, buscaban camarones y guabinas entre las piedras. El padre y el chico escucharon el golpe, el relincho de la bestia y el chapoteo entre las aguas; no sospechaban que el asesino también había visto el reflejo de la tea entre la vegetación abovedada y que, tal vez, le quedara un asunto por resolver. Para el hijo de Majín fue fácil saber quiénes andaban por el río esa noche; algo así como, “al que velan no escapa”.

El asesino esperó a Juan Otero en un recodo de la barranca donde solia llevar a los animales para beber, y allí lo ultimó. Por los gritos del chico que contempló el crimen, supo que tenía un testigo más, de modo que lo capturó en la espesura para después ahogarlo en un remanso, con el agua cristalina apenas hasta las rodillas. Después unió los cuerpos y los dejó bogar en la corriente. Puede que los caimanes encontraran los cuerpos, a juzgar por el estado de deterioro y las carnes ausentes. Así los encontraron”.

Perplejo, miré al anciano a los ojos y realicé la única pregunta posible ante aquella maquiavélica historia, suerte de confesión y desahogo.

¿Cómo usted sabe todo eso?

Guardó silencio mientras su mirada, perdida, recreaba nubarrones en el vórtice de sus recuerdos.

El asesino- dijo- era mi abuelo.”

Tal como lo escuché, lo he narrado.

Mantua, 13 de febrero del 2013

La inercia del Titanic

La inercia del Titanic

El 15 de abril de 1912 la embarcación más grande de la época- Titanic- se hundió en las gélidas aguas del atlántico norte, llevándose consigo más de 1500 almas.

A las 23,40 horas el vigía Fleet divisó una masa oscura justo a unas 500 yardas (455) metros del Titanic. Lo normal era avistar los iceberg al menos a 2000 yardas pero, los observadores del Titanic carecían de prismáticos. Inmediatamente, Fleet hizo sonar la campana y llamó por teléfono al puente. El primer oficial Murdoch ordenó todo a estribor y la puesta de las máquinas en reversa...

Parece imposible que invirtieran menos de 14 segundos entre el proceso de avistaje y el momento en que el timonel comenzó a girar la rueda. Navegando a 21,5 nudos en 10 segundos el barco avanzó 110 metros. El Titanic colisionó e irremediablemente y se fue al fondo del océano. Más de 46 000 toneladas, lanzadas a tal velocidad tenían un enemigo mortal: la inercia.

En la actualidad, muchos procesos que implican a la sociedad en su más amplio diapasón corren los mismos riesgos del "Ship of Dreams". Si analizamos la necesidad de cambio -cuestión inherente a todo sistema- nos percatamos de la resistencia enconada, entre otras causas, por la incertidumbre ante situaciones desconocidas, y las posibles connotaciones negativas que se deriven de éste. Mientras el debate entre cambiar y no cambiar se establece y multiplica a todos los niveles, la inercia aprovecha el gigantesco torque del motor, el tonelaje de la nave, la alta velocidad y la reducción en la fuerza del timón, para hacer de las suyas.

Siete días después del VI Congreso del Partido, un dirigente local de la Agricultura planteó en una reunión con más de doscientos participantes que, "los cuadros de su sector ya estaban cambiando la mentalidad". Por supuesto, la afirmación engolada del sujeto, "prefabricada" en un escenario de pérdidas e incumplimientos, y con conocimientos concretos de sus andanzas, provocó la hilaridad general y algunas toneladas más de desconfianza en su gestión. Un director de empresa sentado junto a mí, susurró: "seguro que le trajeron un barco de mentalidades de China".

Mentiroso, oportunista, pícaro -que es lo mismo que tonto- ignoró el personaje que los cambios sólidos sucesores de la inercia tienen lugar lentamente y, en un alto porciento de las veces, lastrados de conflictos, fórmulas fatalistas y creencias reacias de quienes, en verdad temen al cambio por simple condición humana, o los que- peor aún -no les interesa cambiar porque el libre desplazamiento del buque- o sea, la inercia- les conviene.

Buscando en el Larousse, encontré que, la palabra inercia es la propiedad que tienen los cuerpos de permanecer en su estado de reposo o movimiento, mientras no se aplique sobre ellos alguna fuerza, o la resistencia que opone la materia al modificar su estado de reposo o movimiento; a tan significativo concepto agregué el click derecho del mouse y supe, además, que inercia es, apatía, desidia, indolencia, flojedad, pereza, desgana, dejadez e indiferencia, sinónimos suficientes para replantearnos una vez más los dolores de cabeza que aporta tan "inocente" magnitud cuando el resultado final de un proceso productivo, asume como estandarte la navegación sin pala, hélice, vela o motor.

La primera vez que descubrí esta acepción de, inercia, fue tras el desbarate provocado por Isidore y Lily en el noroccidente de Pinar del Río. Arrasadas las tierras de cultivo, no quedó otra solución que comprar en la antigua provincia Habana, toda la vianda que por meses consumimos acá, en una tierra otrora considerada el viandero de occidente. Pues bien, cuando después de un tiempo prudencial en el que, la supuesta recuperación del boniato y la yuca debía ser un hecho, casi morimos del susto al escuchar el comentario de un encumbrado:

"Compañeros, ya nos estamos recuperando en la Agricultura"

Momento de sonrisas, alivio y romanticismo con tufos territoriales.

"Ya no tenemos que ir a La Habana a buscar viandas... ahora vamos a Sandino, que es más cerca."

No exagero si digo que algunos se cayeron de sus sillas. Para aquel directivo la cuestión no estaba en el esfuerzo por lograr producciones en renglones tradicionales del territorio; alimentos que fluirían al mercado y aliviarían la carga del estado. Para él todo se resumía en una cuestión de combustible y distancia.

La mayoría de las veces, los que nos dedicamos a expresar estos pensamientos "en voz alta", terminamos con algún tipo de latiguillo simplón, mitad advertencia, mitad "lección" que nadie escucha pues, el curso de la vida es mucho más rico que una hoja de papel gaceta o la pixelada multicolor de una página Web.

Yo, resistiéndome a esa misma inercia rutinaria, la misma que llevó al Titanic contra el fatídico iceberg, aquella madrugada de abril del 1912, culmino con una pequeña anécdota. Días atrás, me encontraba reparando una fuente de PC en casa de un amigo ingeniero que estudió en la ex Unión Soviética. El trabajo se las traía y buscábamos variantes para enfrentar el problema.

Mira -me dijo- los profesores rusos decían que, para crear algo nuevo hay que desprenderse del prejuicio anterior. Por ejemplo, si te digo, "cargar agua", piensas en el cubo, ¿Ajá? Pues bien, para cambiar algo hay que enfrentarlo desnudo de prejuicios, sin inercias... eso decían los soviets...

Tremenda razón tenían los "товарищи"(camaradas) y, aunque no les haya servido de mucho por lo del desmerengamiento, las experiencias quedan, provengan de donde provengan, lo mismo para arreglar una fuente conmutada, dirigir un proceso industrial o sembrar vegetales; lo importante es mantener a raya la inercia.

Atrapado por las Series

Atrapado por las Series

Llevo semanas sin escribir una letra. Con la llegada de la noche, cuando los demonios laborales encabritan cabalgaduras para marcharse en retirada, comienza mi conflicto con los 127 caracteres del teclado.

Nada que objetar a la PC que resuma potencia e invita a hilvanar palabras; cual mágico ritual voy del password al explorer, y de ahí, a la carpeta donde archivo las series.

Días malditos en los que accedí a menguar mi afición por algún que otro filme para, definitivamente, dedicar las noches a visualizar el "engendro prefecto" de sorprendente unidad narrativa que persigo- pendrive en mano- para no perderme el capítulo de ocasión.

La chica de la esquina me trae, cada viernes, El barco, serie española que al final de la segunda temporada estuvo a punto de expirar producto a la crisis que azota al león hispano. La tarde que me trajo el capítulo primero de la tercera parte, la vi llorar y me alarmé. ¿Cómo es posible que una joven de 17 años experimente semejante pasión? Abochornado por juzgarla, pospuse un compromiso laboral, dejé para después el trabajo práctico de mi hija y me sumergí en las aguas que surca el navío perdido.

No quiero culpar a nadie, aunque debo mencionar que, mi hermano, es uno de los responsables de este mal. Excelente profesional, casi doctor en ciencias informáticas, lector incansable, politólogo que despunta y filósofo por naturaleza y formación, es también un fanático incorregible de, Revolution, Falling Skies y Walking Dead. De alguna forma, como quien no quiere las cosas, fue dejando un capitulillo en mi escritorio, una sinopsis en mi flash, una sugerencia para la noche del martes y finalmente, una ayudita para mejorar la PC que- antes- no podía "ver" videos en mp4 y matroska.

Para concretar su habilidad cooperativa, un buen día se apareció con una "ganga": hard drive de 500 gigas en cincuenta pesos convertibles.

- Vaya, para que copies las series de las que te hablé.

Nada, que el César dijo: "vini, vidi, vinci"

Otra fuente pro adicción fueron los "sociales" de todas las edades que se sumaron, buscando la primera, la segunda, la quinta temporada de, Fringe, Alcatraz, o lo que fuera, siempre que cumpliera con las exigencias.

Muchos estarán en desacuerdo con esta jugada para descargar en terceros mis propias debilidades. Solicito situarse en mi lugar cuando un fulano se acerca con un "Extraíble" de dos terabytes para "ofrecer" una actualización de entretenimientos favoritos, válvula de escape, e inyección contra el olvido de problemas mundanos. Habría que ver cuántos tendrían el valor de resistir.

En casa el mal se ha extendido. El vendedor de discos "sedujo" a mis hijas para que compraran la serie australiana, H2O, por demás, traducida por españoles, con todos sus "joder", "leches" y demás. Después de la escuela la hipnosis toma por asalto la mente de mis crías, y cada vez es más difícil sacarlas del trance para hacer los deberes, bañarse y comer, y ni hablar de muñes de la TV, que siempre son los mismos.

Al problema se suma el contagio de mi esposa con las novelitas mexicanas- todas con igual trama y desenlace- que la sórdida vecina le pasa por la ventana de la cocina, sin menospreciar la estrategia tácita de los canales nacionales- la crisis es terrible- que optaron por transmitir el mismo cake visual, haciendo honor a una máxima tan vieja como los conflictos humanos: "si no puedes contra tu enemigo, únetele".

Podría luchar contra esta adhesión, por ejemplo, leyendo un buen libro, dando una vuelta por las calles vacías, visitando un bar de "heavy drinkers", o encendiendo la TV para, Vivir del cuento con Pánfilo, o adentrándome en la hojarasca de, "Santa María del Porvenir"- culebrón nacional de ocasión pero, no sé por qué, no me motivo y, con disimulo, para que nadie se dé cuenta de mi ausencia, me voy a la PC con la segunda temporada de, Strikeback.

Para querer a Martí

Para querer a Martí

Martí debía estar en medio de la clase, o mejor, al frente, a la diestra del maestro que enseña las letras y los números a los chicos.

Esquina, rincón, mural, son símbolos de olvido y rutina: nadie dobla esquinas sin prisa, nadie visita rincones, y los murales, dejaron de informar hace mucho tiempo, sustituidos por los avances tecnológicos del hombre.

Honor a Raúl Ferrer que en su poema, "Romance de la niña mala", supo situar a Martí en mitad del aula, donde niñas y niños le llevaban flores; y es que rescatar a Martí del rincón no fue nada fácil. Cientos de jóvenes tuvieron que morir en este país, para que las ideas del Apóstol de nuestra independencia no fueran relegadas, o peor, empleadas por políticos corruptos, de estómagos duros, capaces de hablar de independencia y a la par, lamer, a los Yankis, las botas.

Cuanto tirano hubo en esta tierra, secuestró a Martí en su beneficio. Solo los hombres buenos, los inconformes, cerraron filas y levantaron un murallón de amor y dignidad alrededor del José Martí que no convenía a los apóstatas.

El tiempo pasa y, por esos condicionamientos del ser humano, no reclamamos sus enseñanzas como debíamos. En estos años difíciles, su pensamiento es tan vital, tan joven, que de invocarlo en cada acto de nuestras vidas, las fuerzas brotarían, resurge el optimismo y el camino, se allana.

Los niños y jóvenes de hoy conocen poco de Martí, y es una verdad más grande que un templo que los maestros, debían leer más sobre su vida. Solo sus versos son ocasión en matutinos y, "La Edad de Oro" es, casi, el único título que resuena en los pasillos, repetido incluso, por los que no lo leen. ¡Tanta riqueza desaprovechada!

Nuestras escuelas están llamadas, ¡Pero ya!, a rescatar desde lo más profundo la esencia humana del Hombre que continúa dándonos lecciones. No se trata de imaginarlo en las estrellas, que los simples mortales jamás alcanzarán; sino de propalarlo en su dimensión de patriota, amigo, hermano, para que sus enseñanzas calen en el corazón de las generaciones presentes, en verdad necesitadas de enormes bocanadas de espíritu.

Urge eliminar en cada aula la palabra, rincón, con que acompañamos los tesoros gráficos que hablan de la obra martiana. Hay que salvar, ¡de prisa!, esa proyección, ese dulce misterio, para situarlo en mitad del aula, regalarle flores y consultarlo en cada éxito, en cada fracaso, de modo que la vergüenza nos adecue la marcha en pos de los sueños por los que entregó su vida.

Jóvenes pinareños reeditan ruta invasora en occidente

Jóvenes pinareños reeditan ruta invasora en occidente

Ochenta jóvenes pinareños del Ministerio del Interior (MININT) reeditaron el itinerario por el territorio de Pinar del Río, de la invasión de Oriente a Occidente liderada por Maceo y Gómez, hace 117 años.

La columna salió de Las Taironas, escenario de uno de los combates más cruentos de las fuerzas cubanas en occidente, y alcanzó los límites territoriales de Mantua el mediodía del 21 de enero. Los pioneros de la Escuela, "Lidia Doce" les dieron la bienvenida.

Después de algunas horas dedicadas al descanso, los columnistas reemprendieron la marcha hasta el centro de exploradores, "Combate de Loma China", en la periferia de la villa.

Durante la jornada nocturna, primó el intercambio con autoridades locales y la gala cultural con motivo de la llegada del lugarteniente General Antonio Maceo a estas tierras 117 años atrás.

En las primeras horas de la mañana, los jóvenes entraron en la localidad y visitaron escuelas, sitios históricos y monumentos alegóricos a la estancia del Titán de Bronce en Mantua.

El recorrido culminó con un acto conmemorativo en Mangos de Roque, lugar donde acamparon las huestes libertadoras el 22 de enero de 1896.

Jornadas de encuentro con la memoria histórica de uno de los hechos de armas más importantes del siglo XIX en América, reeditada por jóvenes mambises de estos tiempos.

Para cinéfilos: Atrapados en Chernobil

Para cinéfilos: Atrapados en Chernobil

Entre los filmes que cayeron en mis manos durante el finalizado 2012 se encuentra, Atrapados en Chernobil, del realizador Brad Parker, con guión de Oren Peli, Carey Van Dyke y Shane Van Dyke.

Un grupo de jóvenes norteamericanos, de viaje por Europa terminan fascinados por el embrujo de Prypiat, ciudad ucraniana abandonada luego del accidente nuclear del reactor número cuatro en la planta nuclear de esa localidad, el 26 de abril de 1986.

Típico del thriller, las cosas comienzan a marchar de mal en peor, al percatarse los personajes que... no están solos. Sucesión de pánicos, que tienen como escenario el fascinante y misterioso mundo de la ciudad fantasma de finales de la era soviética, ahora invadida por los bosques, personas y animales "radiactivos", y una ¿conspiración?, de la que solo inferimos un poquitín en el minuto noventa, todo engarzado para dar a luz una película, capaz de seducir en un primer momento a un número asombroso de espectadores, plenos de expectativas, que abandonan la sala, desilusionados, hora y media después.

Atrapados en Chernobil utiliza actores desconocidos y, al parecer, un escaso presupuesto. A juicio de muchos, lo que pudo ser un filme de gran envergadura entre los de su género, se convierte en una suerte de entuerto poco creíble, apuntalado por las bases del falso documental, aunque algunos afirman que esta última fue la manera más "sencilla" que encontraron los realizadores para justificar las pifias de filmación y edición.

Es justo reconocer que el filme comienza "bien", encuadrándose en una atmósfera donde los monstruos que acechan a los protagonistas- los únicos posibles en un mundo perdido como Pripyats- son la oscuridad, el aislamiento y los perros salvajes que deambulan entre las edificaciones abandonadas de la ciudad. Sobrecoge la noria en el parque de diversiones, el café subterráneo junto a la fuente, los apartamentos con objetos personales y los pósters de la etapa socialista- imágenes verdaderamente poderosas- pero todo cambia y se desmitifica cuando los realizadores "deciden" sumar a la radiación, perfecto enemigo invisible y muy probable protagonista en otro guión más inteligente, los mutantes, para nada creíbles y mucho menos provechosos en lo que pudo ser una buena cinta.

En resumen, Atrapados... a criterio de un cinéfilo decepcionado y el mío, por supuesto, (...) es un film que genera uno o dos sustos en su primera mitad, pero que a medida que transcurren los minutos degenera en un producto risible carente de credibilidad con un final escandalosamente ridículo y totalmente prescindible. Eso sí, al menos logra entretener, aunque jamás intentemos volver a verlo.

Constituida la Asamblea Municipal del Poder Popular en Mantua.

Constituida la Asamblea Municipal del Poder Popular en Mantua.

Mantua. Domingo 25 de Noviembre. Con la presencia de altos dirigentes locales y funcionarios del Partido y el Gobierno en la Provincia quedó constituida la Asamblea Municipal del Poder Popular en Mantua.
La elección de Luis de la Cruz Herrera como presidente y Noemí Sotuyo Ventura como compañera de fórmula, marcó el inicio de este nuevo mandato de los órganos de gobierno en Mantua.
Con una composición cuya edad promedio no excede los 42 años, la Asamblea exhibe un alto índice de mujeres, hecho no casual si se toma en cuenta el protagonismo que los tiempos han otorgado a las féminas a lo largo del país. 
La dirección asamblearia recién elegida tiene entre sus retos el fortalecimiento del papel del delegado en la base, el despegue de la economía y la agricultura locales en escenarios de cambios y la eficiencia en los servicios a la población. 
Los reunidos reconocieron el trabajo del compañero Rubén Ramos Moreno por sus más de diez años dedicados al trabajo del Poder Popular. 
Iván Pérez Pérez, Miembro del Comité Provincial del Partido y su Primer Secretario en Mantua, felicitó a la dirección de la Asamblea y exhortó los presentes a continuar trabajando para el pueblo, único y supremo encargo por el que es válido cualquier sacrificio. 

Aumenta producción de materiales de la construcción en Mantua

Aumenta producción de materiales de la construcción en Mantua

Los problemas de transportación, la gran distancia de los grandes centros productivos y la disminución de la disponibilidad energética hacen que Mantua opte por la producción local de una buena parte de los recursos que se destinan a la construcción y rehabilitación de viviendas.

Por estos días la instalación de una máquina, de tecnología coreana, en la Agrupación Número 2 de la Empresa Provincial de Conservación, Rehabilitación y Servicios a la Vivienda, sitúa al territorio en posibilidad de producir más de 250 mil bloques de hormigón al año.

Al equipo se suma una trituradora para fraccionar piedra de hormigón y procesar desechos de la producción que se aprovechan en la elaboración de elementos de pared.

Según datos aportados por Nelson Castro, director de la entidad constructora, hasta la fecha se contabiliza una producción de 25 000 bloques de hormigón, 1600 marcos de ventanas y unos 30 mil bloques dintel.

"Con la culminación de los trabajos y la puesta en marcha de la maquinaria -afirmó Castro- las cifras experimentarán crecimientos significativos, mejorarán las ventas y se incrementará el salario de los trabajadores".

La producción local de materiales de construcción es vital para eliminar los daños causados por los huracanes en el sector de la vivienda. Mantua, alejada de los centros fabriles de importancia, precisa consolidar esta estrategia para llevar a feliz término sus inversiones.

Mantua en Cuba: Capolongo y el monstruo del lago Ness II

Mantua en Cuba: Capolongo y el monstruo del lago Ness II

Más de 1.500 años de cuchicheos acerca de un monstruo que mora en el lago Ness, en Escocia mantienen viva una leyenda que atrae cada año a miles de turistas esperanzados con captar una instantánea de la criatura prehistórica, o al menos, de alguno de sus descendientes, que milenio y medio es mucho para un ser vivo.

En 1934 el cirujano Robert Kenneth Wilson mostró al mundo el supuesto retrato del monstruo que habitaba en las profundidades del Lago. 36 años después, el abogado estadounidense, Robert Rines, obtuvo una fotografía subacuática en la que se destaca una aleta romboidal, propia de nadadores pertenecientes a la era mesozoica. Según rumores del mundo académico, la instantánea coronó el cúmulo de "evidencias" necesarias para que las autoridades inglesas declararan al Nessie como, "fauna oficialmente protegida".

Aunque las pruebas aportadas hasta el presente carecen de rigor científico, dado el carácter circunstancial de las mismas, los habitantes locales, favorecidos por la atracción turística que supone un folclor milenario, argumentan en favor de su existencia.

De un tiempo acá, dos investigadores mantuanos -de la Mantua cubana- trabajan incesantemente para demostrar la inviabilidad de la leyenda escocesa. Por increíble que pueda parecer, la demostración se fundamenta en una tendencia actual, esgrimida por un historiador de origen italo -Domenico Capolongo- empeñado en echar tierra, más que desentrañar, los mitos y leyendas fundacionales de esta tierra noroccidental que alguien osó llamar, Mantua.

De modo que, si se ha puesto en boga aquello de rebautizar los orígenes de esta ciudad cubana, fundada hace más de 4 siglos, por navegantes italianos, peninsulares, o canarios -según la tradición oral- no causa ningún asombro que por acá se nos ocurra "demostrar" a los escoceses que la leyenda del monstruo que habita en su lago más famoso, no es más que eso: leyenda rural y nada más.

Nuestro mito, el mantuano, actualmente bajo la lupa de quienes pretenden rescribir la historia, descansa precisamente en las mismas aguas que ocultan al Nessie; un bergantín, una flota que lo persigue, una barrera coralina que no conocen, un naufragio y finalmente, una tradición oral y un culto a la virgen de las nieves. En la fría Escocia, una historia improbada, un macuto de aseveraciones y una magia de la que no se desprenderá la comarca que rodea el lago aunque sus vados y cimas sean peinados por la técnica de SONAR más sofisticada, solo para demostrar que los tiempos prehistóricos no volverán.

En fin, que la Mantua cubana, es el resultado de un río de nombre indígena -según Domenico- lo que, como hemos dicho en otras publicaciones anteriores a la hecatombe, le va de maravilla con el MAN-, por lo de, manjuarí, manjúa, majana, pero se le desarma con lo del TUA, pues al parecer, los siboneyes del occidente no eran muy dados a la segunda parte de la palabra.

No se me ofusquen los fans del Nessie, pues hay que reconocer que, a pesar del empeño de los dos caribeños por desenmascarar la leyenda escocesa, a propósito, a casi 8 mil kilómetros de distancia, sin haber puesto jamás un pie en las riveras del lago, es lo mismo que intentar arrancar un pedazo de leyenda local a los habitantes de esta porción noroccidental de Cuba.

Esfuerzos inútiles que, en ambos casos, tienden a cero. Así pues viva el Nessie y la Mantua cubana.

Mantua en Cuba y las tribulaciones toponímicas de Doménico Capolongo.

Mantua en Cuba y las tribulaciones toponímicas de Doménico Capolongo.

Aunque el tema es bien conocido, una nueva incursión, es válida. Mucho antes del 2004, luego de la primera edición de, Mantua en Cuba, entre la Historia y la Leyenda, del escritor e historiador local, Enrique Pertierra, la polémica acerca de la fundación, o no, de la Mantua cubana, por navegantes italianos, aun se mantiene entre las preferencias de los estudiosos del tema.
Entre los más exaltados se encuentra el historiador de origen italiano, Domenico Capolongo, autor de varios textos y ensayos en pro de la refutación de la teoría fundacional de Mantua en Cuba.
En su más reciente ensayo acerca del tema, titulado, Mantua de Cuba: topónimo indígena e inmigración italiana desde final del siglo XVIII, http://www.duns-scoto-roccarainola.it/MantuadeCuba.pdf Capolongo plantea lo que a continuación reproducimos, respetando- por supuesto- la ortografía original del autor y las redundancias semánticas y gramaticales de su traducción, como haremos en todas las demás citas textuales.

"En 2004 escribí una nota sobre la hipotética fundación de Mantua de parte de algunos náufragos italianos en el siglo XVII, llegando a la conclusión que se trata de un topónimo indígena, utilizado antes por el río homónimo que atraviesa el término municipal de la ciudad, faltando de toda fundamentación histórica la "hipótesis italiana", que se rije sobre una simple leyenda de principios del siglo XIX. Este estudio se presentó en La Habana en el año 2005 en un volumen del cual se distribuyeron unas trescientas copias a descendientes de italianos inmigrados, estudiosos y bibliotecas cubanas .
A pesar de esto se sigue hablando de la "fundación de Mantua por navegantes italianos" sin hacer ningun caso a mi trabajo, ni siquiera para criticarlo científicamente .
Decidí por eso meter en red el antedicho trabajo, traduciéndolo del italiano al español."

Según Don Domenico, su "hipótesis" es un hecho aceptado "favorablemente" en Cuba. Al indagar en el más elemental diccionario de la Lengua castellana, encontramos que, hipótesis, es (…) una proposición aceptable que ha sido formulada a través de la recolección de información y datos, aunque no esté confirmada; sirve para responder de forma alternativa a un problema con base científica; es también, una propuesta provisional que no se pretende demostrar estrictamente, o puede ser una predicción que debe ser verificada por el método científico.

En tal caso, la fundación de Mantua por navegantes italianos, llegados a nuestro litoral producto de la persecución que hicieran de sus naves la omnipotente flota inglesa en aguas del caribe, no es menos valedera que las "cientificidades" capolonguianas, basadas en la toponimia de los antiguos aborígenes que poblaron la isla de Cuba. Según Domenico, el nombre de, Mantua, es un topónimo indígena y el poblado toma el nombre del río, nombrado así por los antiguos habitantes de la región.
Más adelante, en su disertación acerca del lenguaje aborigen, plantea:

(…) aun siendo ignorante en campo lingüístico local no me ha sido dificil encontrar en el nombre Mantua una raíz común a muchas palabras precolombinas concernientes al mundo acuático en general. Estoy hablando obviamente del radical MAN, que se encuentra, por ejemplo, en los siguientes términos, estrictamente relacionados con el agua:
man-juarí : pez de agua dulce 
man-atí : mamifero de las aguas marinas o salobres 
man-júa : pescaditos comestibles 
man-gle : arbol que vive en las costas marinas
Presente también en muchos otros términos, todos relacionados con el mundo natural de la selva, como: 
man-áca : especie de palma (manacal) 
man-aguáco : animal manchado de blanco
man-ajú : arbol selvático 
man-ígua : terreno cubierto de maleza; bosque pantanoso (manigual)
Si luego se busca en la toponimía mayor de Cuba aparecen otros nombres que pueden contener la misma raíz; por ejemplo:
Manaca / Manacal / Managua / Managuaco / Manaja / Manajanabo 
Maniabón / Manajú / Manajuana / Manicaragua / Manuy.
Acerca de la otra parte del nombre, es decir la terminación TUA, no entro en el tema lingüístico que me parece más arduo. 

Por lo anterior, podemos comprender, los que en verdad, sin pudores innecesarios, nos reconocemos ignorantes en tal campo lingüístico, la "cosa" se le puso "mala" a Don Domenico, cuando "llegó" al TUA. 
Propongo, en válida contraposición, revisar estas líneas escritas por Pertierra, estudioso de las lenguas nativas de la mayor de las antillas.

(…) "La mayoría de lenguas arahuacas son polisintéticas o predominantemente aglutinantes con pocos elementos fusionantes. En la mayoría de ellas las marcas morfológicas recaen sobre el núcleo más que el complemento, es decir, son lenguas con marcaje de núcleo. Este factor explica la ausencia de caso gramatical en la mayoría de lenguas. Las lenguas arahuacas son predominantemente sufijantes, y sólo tienen unos pocos prefijos. Aunque los pocos prefijos son bastante uniformes a lo largo de toda la familia, mientras que los sufijos varían mucho de un subgrupo arawak a otro. Los morfemas no ligados frecuentemente se gramaticalizan como morfemas ligados, así las adposiciones llegan a ser marcadores aplicativos y las raíces verbales frecuentemente se gramaticalizan como marcas de aspecto gramatical."

Los que continuamos ignorantes confesos en la materia, deducimos con claridad que, Mantua, no "clasifica", dentro de las reglas anteriores.
No basta al señor Capolongo negar la fundación de Mantua por navegantes italianos y la emprende- TAMBIÉN- contra la hipótesis de, Raffaele Tamalio quien propone la fundación de esta ciudad por colonizadores españoles, perpetuado en tierra cubana el nombre de Mantua Carpetana, ciudad romana colocada presumiblemente en las cercanías de Madrid. 
Al parecer, ni españoles ni italianos que, indios con taparrabos, nos vienen mejor a los de acá- según el Señor Capolongo.
Y nosotros, que a mucha honra defendemos el hacha de Hatuey y las flechas de Guamá, no nos tomamos más tiempo del necesario para sonreírnos con esta suerte de contrapunteo, y dejar claro que somos, en todo caso, indios,- sin levitas- italianos, como Garibaldi ó españoles como Benito Pérez Galdós. Más, por encima de todo, mantuanos y cubanos
Un último detalle: Domenico Capolongo no ha estado jamás en la Mantua cubana.

Ecos de Mantua en Aniversario.

Ecos de Mantua en Aniversario.

Mantua. 20 de Octubre. Autoridades del Partido, el Gobierno, fundadores y actuales editores del diario Digital Ecos de Mantua, sostuvieron un encuentro de trabajo destinado a potenciar cambios cualitativos en el soporte técnico de Ecos de Mantua, publicación digital más importante de la localidad que por estos días cumple 6 años de fundada.
En octubre del 2006, el referido sitio se declaró genuino sucesor de la publicación de prensa plana del mismo nombre que circuló en la villa, en el periodo 1946/ 1955.
Actualmente, la versión digital en Internet representa la política, las artes, la intelectualidad y la gobernabilidad mantuanas. Entre los objetivos a mediano plazo de la junta directiva se encuentra su publicación en papel, a partir de proyectos encaminados al financiamiento y la adquisición de equipos y materiales de impresión.
Con más de 25 mil visitas anuales, Ecos de Mantua es uno de esos sucesos culturales que posicionan la obra de la Revolución cubana en esta localidad pinareña, más allá de sus fronteras.
En el encuentro se reconoció a los fundadores y actuales editores de la publicación por el trabajo que realizan en defensa de la identidad cultural y patriótica de la localidad.

Hoy, elecciones en Mantua.

Hoy, elecciones en Mantua.

Mantua. Domingo 21, 2012. Desde las siete de la mañana de hoy domingo los 84 colegios electorales de Mantua abrieron sus puertas para elegir a los delegados que representarán a los habitantes del territorio en  la Asamblea Municipal del Poder Popular.

Luego del procedimiento de apertura, las mesas electorales recibieron a los electores.

Cerca de 18 mil Mantuanos acudieron a las urnas para elegir los delegados a la Asamblea. Si algunos de los nominados  no lograran más del 50 por ciento de los votos, irían a segunda vuelta a realizarse el 28 del presente mes.

En el territorio mantuano fueron nominados 125 candidatos, de ellos 40 mujeres y 33 jóvenes. Como de costumbre, los pioneros de la localidad fueron los únicos custodios de las urnas.

El Ché en mí.

El Ché en mí.

El 9 de octubre de 1967 cayó un ídolo de fe para los pobres de este mundo. La noticia de la muerte del Che recorrió el orbe y, los que lo conocieron, en esta isla que hizo suya, supieron que alguien poco común, insustituible, en eso de ver la vida desde el lado más altruista, faltaría desde ese momento a la cita material con el destino de la humanidad.
El primero de septiembre de 1976, mi mamá me puso en primera fila de primer grado en la escuela primaria "Antonio Maceo" de mi pueblo. Fue la primera vez que escuché a los mayorcitos aquella frase que tenía que ver con, parecernos a él. Un año atrás, mi abuelo trajo a casa dos fotografías: una de Camilo y otra del Che, para ponerlas al lado de un Corazón de Jesús que desde niño vi en la salita de nuestra casa, en la finca Montemalo. Cuando pregunté, quiénes eran aquellos hombres, me respondieron a la usanza simple del guajiro: son héroes que lucharon para que Cuba fuera libre.
Ya en los primeros días de clases, la maestra nos habló del Che, y supe de su nacionalidad argentina, de su llegada a Cuba en el Granma, de su lucha en la sierra, su heroicidad en Santa Clara y también del sacrificio inmenso de morir en otras tierras de América, defendiendo sus ideales de justicia.
Cuando tenía nueve años, mi padre compró un tocadiscos ruso y el primer acetato que escuché fue uno con la carta de despedida del Che. Terminé por aprender de memoria cada palabra, cada línea, aunque- reconozco- sin comprender del todo el tremendo holocausto al que entregó su vida. Eran tiempos de sobredimensión de su figura que, de tan alta y etérea, se me antojaba inalcanzable.
Cuando cumplí doce, nadie me regaló, "Pasajes de la guerra revolucionaria", de modo que hube de descubrirlo entre los estantes de la biblioteca de mi escuela. En sus páginas, recorrí los valles y montañas orientales, combatí a los casquitos y me cubrí de gloria en Santa Clara. Aun así, no me creía en la menor posibilidad de parecerme a él.
Siempre llevé conmigo aquella especie de deuda moral ante una figura tal, con la que me comparaba cada mañana y a la que, no le llegaba- según mi escueto juicio de entonces- ni a las botas.
Declaro, con pena, que descubrí al ser humano que fue el Che un poco tarde. Cuando leí, "Descamisado", del general Enrique Acevedo, supe cuanto tiempo me había perdido para comprender que, aquella frase que por años pronuncié con energía, era una verdad más grande que la aparente utopía que representaba.
Cosa curiosa: un chico de 16 años, visto en retrospectiva por el prisma de un hombre maduro, de ideas frescas, desprejuiciadas y para nada adornadas de los arabescos que suelen ocultar el verdadero yo, el simple yo de los grandes, me hizo entender que, aquel "argentino", demasiado recto para la "chanza" cubana, humano para correr bajo las bombas como cualquier otro, fiero si era menester- casi siempre lo era- poner cara al enemigo, exigente hasta la herida, capaz de leer a los clásicos del marxismo y también, a Mark Twain; dado a imponer castigos ejemplares y conmoverse con el dolor ajeno, más allá de la simple sensibilidad o la palabra de consuelo, era un paradigma alcanzable para los que, como yo, desde bien pequeños repetíamos, "Seremos como el Che".
No niego mi melancolía, ni el gesto de molestia por los años que me perdí al verdadero Che; el hombre que, confieso, dejé de emular tantas veces y del que me escondí cuando fui irresponsable, mal estudiante o travieso hasta el peligro insensato e innecesario, por no verme en posibilidades de ser como él.
Hoy, me reto en cada jornada y me obligo a la honestidad desnuda que tanto practicara y que tanto necesitamos para que su sangre generosa no haya caído en vano.
En mi pequeño rincón, donde suelo escribir estas y otras líneas de amor y combate, tengo una foto del Che que me regalara un amigo. Cuando el ánimo decae, las cosas marchan mal o la vida se me presenta demasiado difícil, la miro, me abochorno de ser débil y me aplico al deber, para seguir siendo como él.

La tierra que yo amo.

La tierra que yo amo.

Para muchos puede parecer contradictorio, dicho así, como lo expreso. Algunos fruncirán el ceño y los más incrédulos- guasones ellos- sonreirán retorcidos para calificarme de loco, aprendiz fracasado de filántropo, efectista en busca de atención o, simplemente, "jalador de leva".
Cuando tenía cinco años, vine al pueblo de Mantua por primera vez y, las vetustas casas, las calles- callejuelas- las luz eléctrica, el frozen de chocolate que me provocaba la "punzá" del guajiro y los taxis Toyota parqueados frente a la Terminal, plena de guarandingas- especies de camiones adaptados para ómnibus que se montaban por detrás- me asomaron a un infinito irreal como no había conocido entre mis prados y mis palmas, rodeado de chivos y yuntas de bueyes, bebiendo leche de vaca en una lata de peras, directo de la ubre, temprano en la mañana, después de la caminata intentando seguir el paso a mi viejo entre las hierbas que me empapaban de rocío.
Cuando cumplí seis, me mandaron a la escuela del pueblo, para que estudiara. Allí me enfermaba de nostalgia de lunes a viernes; añoranza que curaba mi abuelo cuando aparecía en el dintel del aula, al final de la semana, y la maestra me anunciaba: "Lázaro, recoge que te han venido a buscar"… y de nuevo a mi libertad de potros cerreros, pajarillos cantores en los árboles, mamoncillos agridulces disputados a mi abuela, guanábanas inmensas que caían desparramadas y cacerías en los espesos bosques de Santana, donde me llevaban los mayores porque, "yo, ya era grande".
Un buen día, mi viejo comprendió que aquella dicotomía de idas y venidas, sin arráigo, en nada me hacía bien y decidió mudarse al pueblo; yo, con mi afición al canto y a los dibujos, culminé la primaria y me bequé en la Escuela de Artes de Pinar del Río para hacerme pintor, profesión frustrada que recuerdo con cariño. Andando y andando, adquirí herramientas intelectuales que un chico de mi edad ni remotamente imaginaba y, como no pude ingresar en la ENA me fui de nuevo a Mantua para estudiar en un preuniversitario. Eran tiempos de abundancia- o despilfarros- pero, era feliz; pertenecía a una generación que leía a Martí, escribía poemas, plantaba vegetales en la mañana, estudiaba en la tarde y enamoraba con Enmanuel y José José, desde la penumbra del pasillo aéreo de la escuela, donde robábamos los primeros besos y experimentábamos las primeras pasiones de la juventud.
Nunca perdí el sentido vehemente del guajiro por la finca. Hasta hoy conservo la añoranza por la lluvia, para ventear el olor a tierra y no he dejado de comportarme como el perro criollo que otea el horizonte para saber quién viene, y sí es amigo, o enemigo.
Cuando culminé el preuniversitario, me fui a estudiar inglés, para hacerme maestro de esa lengua, de la que- pensaba- conocía algo y la que, en verdad, me costó esfuerzo dominar pero, guajiro testarudo, al fin, lo hice.
Casi conmigo, en mi vida universitaria, el Periodo Especial, que Freddy, un profesor de fonética, calificaba, ingenuamente, como, "un tiempo idóneo para la distensión laboral, comer frutas y vegetales y leer un buen libro". Pronto se me acabaron los tres o cuatro pitusitas que mi tía comprara al primer pichón de universitario que despuntaba en la familia y- que me perdonen los zapateros- no me quedó otro remedio que hacer mis propios fonkis de petos de soldar o maletines viejos, con suela de cámara de tractores cocidas a mano. Por aquella época mi patrimonio consistía en cuarenta pesos de estipendio, más veinte que me daba el viejo para la semana, una novia de ojos verdes y mi carrera de hablante de inglés que, con creciente perseverancia en la gramática, la audición y los textos escritos, se me daba, aunque nunca había cruzado palabra con nativo alguno. ¡Y a mucha honra, compay!
Fueron años en los que, mis compañeros de la universidad me eligieron su presidente de la FEU, los tiempos de mayor agresividad a la patria y también los de mis noches metido treinta metros bajo tierra, de voluntario en los túneles populares que construíamos dentro del instituto para defendernos, si osaban atacarnos. Tiempos también de uniforme verde olivo por temporadas, la dura pista de un aeropuerto militar por lecho y la PpSh en ristre. También mi única vez, casi pegadito a Fidel en el Palacio de las Convenciones, y mí primer y único vuelo en avión, directo a Guantánamo para un forum de ciencias pedagógicas.
Al graduarme, me fui a la Isla de la Juventud, a enseñar inglés a jóvenes de América y África. Conocí historias, sufrí las mismas nostalgias que no me atacaban desde niño y viví, como pocos guajiros, la soledad y las estrecheces a la que, los de acá abajo, no estábamos acostumbrados. Un guacho de Mantua, puede escapar sin luz eléctrica y agua fría; pero no puede dejar pasar una semana sin un pedazo de carne de puerco, arroz, frijoles y funche bien amarillo, de ese que dice en la olla, put., put., put. (Sin afán de malas palabras, porque así es como suena cuando la candela lo pone a punto para servirlo con leche de vaca)
Imaginen, lejos, añorante, con un puñado de hambre de las cazuelas de mi vieja, rodeado de dramas y también de proezas humanas, con apenas veintitrés años, una mochila repleta de sueños sin cumplir, un amor casi platónico en Pinar y un solo pantalón decente. Hoy se que, sin imaginarlo, en esa etapa me hice verdaderamente hombre, y aprendí el valor de la fidelidad, la importancia de no tragar completo, la necesidad de ir, algunas veces, a contrapelo, lo imprescindible que resulta defender los sueños- por absurdos e inalcanzables que puedan parecer- y lo supremo del agradecimiento humano. En alguno de mis viajes nocturnos en el ferry, escuché la historia de un negro, de sesenta años, estibador con peritaje médico que, en una de esas colas extenuantes de aquellos lustros grises, partió derecho para dos turistas que fotografiaban la necesidad de un pueblo decidido a resistir, se abrió la camisa y les soltó a la cara:
"Miren, tiren fotos para este pecho, para esta operación, para que vean que en cuba hay problemas, pero regalan corazones."
Aquella historia, cierta o no, no sé por qué, caló tanto en mi y definió mis concepciones del equilibrio hasta tal punto que hoy, cuando pienso cuan difícil puede ser la vida y cuantas metas personales se quedarán en mi gaveta del olvido, me abochorno y me llamo a capítulo por la debilidad, tan, pero tan humana, de dudar, cuando lo que he de hacer, es luchar.
Después de dos años- una vez más- regresé a Pinar del Río, a mi Mantua, al único lugar del mundo donde no sería jamás un profeta; al rincón que, unas veces me ama y otras, me enseña los dientes y del que, ¡OH, asombro!- no puedo desprenderme.
De entonces acá, me he enfermado de nostalgia un millar de veces más. En octubre del 2006 me fui a La Habana, a un evento internacional en la Casa de las Américas y, luego de diez días de éxitos profesionales y mucha congoja espiritual, pese a las atenciones que recibí en casa de mi amigo Pitaluga, la víspera de tomar el ómnibus para el regreso, recogí mis bártulos y me fui a la Terminal porque, así ya estaba viajando para el poniente. Me despertó el olor a pinos, a hojarascas recién lavadas y, supe, definitivamente, que hay quienes nacen con un fragmento de tierra en el pecho que los ata para toda la vida. Yo, soy uno de esos.
Al principio, aclaré, que muchos me criticarían, sonreirían socarrones, incrédulos de esta matraquilla personal, y estoy dispuesto a soportarlo. Otros, espero que, la mayoría, después de leer estas líneas, no podrán dejar de pensarse a si mismos, recorriendo los vericuetos de historias comunes, de sueños comunes, de añoranzas comunes, por una heredad de imanes que nos convoca desde lo más profundo del corazón. Ese lugar que no dejamos de imaginar, el mismo que nos llevamos a la cama, con la esperanza de soñarlo cada noche.
Tonterías… puede ser, pero son las tonterías que amo, la ideología más convincente que puedo esgrimir, la intransigencia con quienes ofenden el verde de mi isla, la razón por la que afronto sereno las consecuencias diarias de mis irreverencias y mis contrapelos y por la que, definitivamente, daría gustoso la vida, con una sonrisa en los labios.
Muchos me comprenderán.

La ventana indiscreta de Martha Beatriz Roque.

La ventana indiscreta de Martha Beatriz Roque.

Lo que no pudo imaginar Martha Beatriz Roque cuando preparó su nueva cruzada de "lucha" -o como reconocen todos por acá- estrategia de alimentación, sana y balanceada, a partir de frutas, verduras y… carne, fue la mala pasada que le jugaría una ventana.
Las imágenes mostradas por la Televisión Nacional, no dejan lugar para las dudas: aguacatotes como melones, que escalaban, "vía Internet", o sea, expreso, por entre los balaustres de la fatal ventanita lateral de su cubil, eran la prueba irrebatible del nuevo show orquestado por la vieja arpía, para intentar lavar su depauperada imagen de camajana en retroceso ante una prensa internacional que, ya sea por responder a intereses retorcidos, por anticubana o, simplemente, por efectista, enseguida se hizo eco del "acto heroico" de Marthica y sus 19 compinches, bien alimentaditos todos, los muy picarillos.
Entre indignados y divertidos, los cubanos observaron imágenes, siempre creíbles y nunca irrefutables, de cómo la camada, la "hambrienta" camada, fingía la inanición de la Roque, después de unas tajaditas de aguacate "expreso".
"Está muy mal"- y no se equivocaban. Estaba, en verdad, muy mal, terrible, insostenible; sobre todo después de la conversación de doña Idania, su vocera, con la señora, Macgovern, de la Oficina de Intereses de EE. UU. en La Habana.
"Está en el estado ese de sueño"…
De verdad que una comilona de frutas y aquellos aguacatotes-que no olvido- dan una somnolencia…
En los días que duró la triquiñuela nuestra dama tuvo momentos de apoyo espiritual a su "justa causa". El colofón en esa lucha de "objetivos" fue la llamada de doña Eulalia, de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) muy preocupada la señora por garantizarle lo necesario para que… comiera y, Martha Beatriz, muy esperanzada ella por el aporte en divisas que llegaría al otro día, ¿Para enviar a sus compinches a provincia? Se están viendo horrores. Astro y vuelos nacionales no cobran en dólares…
Como toda obra dramática, el desenlace, fue triste para la "luchadora".
¿Cómo es eso que, ella, "muriendo" por la causa de Jorge Vásquez Chaviano, quedaba sola en el calvario de la inanición?

"Eso es una m….., te lo tengo que decir"

No obstante, la señora Martha Beatriz, que sabe convertir los reveces en "victorias", anunció el "éxito" del "ayuno"- ya no me alcanzan las comillas- pues, la "oposición" asalariada - que nadie sigue- "se hace sentir, dentro y fuera de Cuba".
Ingenua la muchachita, como si no supiera que las noticias como la suya duran apenas 48 horas.
En fin, que esta orquestación fantasmagórica, que no aporta color al desteñido pendón de los afanosos testaferros de la SINA, solo sirvió para que Cuba y el mundo asistieran, una vez más, a la comilona a escondidas de un grupillo de facinerosos, leguleyos, apóstatas que, lloran como cocodrilos, para recibir en las fauces las migajas de un imperio sin amigos y si, con muchos intereses.
¡Tremenda mala suerte! Esa ventanita indiscreta… siiiii, la de los aguacatotes, le "chivó" la jugada a Bea. Cuando yo lo digo, se están viendo horrores.

Culminan en Mantua seminarios de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC)

Culminan en Mantua seminarios de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC)

Las medidas aprobadas para eliminar la subordinación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) a las empresas estatales, encontraron eco en la capacitación de los directivos de esas entidades en el municipio de Mantua, de la occidental rpovincia pinareña.

Las modificaciones aprobadas por el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, perfilan el fortalecimiento del trabajo en estas unidades productivas, hasta entonces atadas a trámites que reducían su accionar económico y mermaban sus resultados.

Las acciones de instrucción se concretaron mediante facilitadores de la Escuela Provincial de Ministerio de la Agricultura, radicados en el territorio. En los seminarios participaron, presidentes y otros administrativos de estas entidades.

La capacitación en cuestión, aportó conocimientos que ponen a las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) en posición de accionar con independencia, mantener una real y estrecha vinculación del hombre con su área de trabajo, estimular el interés por la actividad que realiza y asociar los ingresos a la producción obtenida.

En la actualidad, Mantua cuenta con cuatro Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) dedicadas a la ganadería.